Imagen de diferentes tapas / PEXELS
Imagen de diferentes tapas / PEXELS

Ni tapa ni pincho: esta es la palabra que usan en Canarias (y en España no la conocen)

En Canarias se usa un término propio cuando se habla de ir de tapas; un término nacido de la historia, el habla popular y el gusto por las reuniones alrededor de una buena mesa

Irene Cartaya

Las costumbres culinarias dicen mucho de una tierra, pero también el vocabulario que usamos para describirlas. En Canarias, donde la cultura popular se mezcla con siglos de tradición oral, hay palabras que definen como pocas el carácter de su gastronomía. Y una de ellas, poco conocida fuera del archipiélago, es la que los canarios usan para referirse a ese pequeño bocado que acompaña el vino.

Porque en Canarias no se tapea. No se habla de pinchos. Se utiliza un término propio, nacido de la historia, el habla popular y el gusto por las reuniones alrededor de una buena mesa. Un término que, aunque no suene familiar en la península, está muy presente en bares, rutas gastronómicas y hasta en obras de la literatura canaria.

El origen del enyesque

La palabra es enyesque. Así lo recoge el Diccionario histórico del español de Canarias, donde se define como “pequeña porción de alimento que se sirve como acompañamiento de bebida”. Su origen etimológico más aceptado apunta a yesca, un vocablo castellano —también presente en el diccionario de la RAE— que se refiere coloquialmente a algo que “excita la gana de beber”.

De ahí surgiría el verbo enyescar, con el sentido de ‘comer yesca’, que dio lugar a enyesque, ya consolidado en el habla popular de muchas zonas del archipiélago. Según explica el filólogo Sánchez Araña, esta evolución léxica es una adaptación propia del español de Canarias, donde el término ha adquirido un valor gastronómico y cultural muy específico.

Imagen de tapas / PEXELS
Imagen de tapas / PEXELS

Más común en el este

Aunque se escucha en todas las islas, enyesque es especialmente habitual en la provincia oriental —Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura—, donde incluso se celebran “rutas del enyesque” en municipios que promocionan su cocina local a través de estas pequeñas degustaciones. En Tenerife, en cambio, se emplea ocasionalmente el término armadero, aunque su uso es menos frecuente y puede referirse también a los acompañamientos de los platos, no solo a los aperitivos.

El enyesque no es solo una palabra: es un acto social, una manera de relacionarse con la comida y con los demás. Sirve tanto para designar un bocado antes del almuerzo como para referirse a cualquier acompañamiento que invite a alargar la sobremesa entre charlas, risas y buen vino.

El enyesque en la literatura

La literatura canaria ha sido un vehículo para mantener viva esta expresión. En la novela Espiritistas (1981), Luis León Barreto describe cómo “cada primero de noviembre los cementerios son una fiesta, a la entrada hay carritos con ron y jareas y pejines para enyesque”. También Pancho Guerra, en sus populares Cuentos famosos de Pepe Monagas, deja constancia del uso popular del término: “Se aplicaron como enyesque de un vinito del monte que empertigaba a los difuntos”. O el escritor Ángel Sánchez, quien escribe en Cuchillo criollo: “...las aceitunas del enyesque hicieron pronto su efecto bienhechor...”.

Hoy, el enyesque sigue vivo tanto en el lenguaje como en la mesa. Es una forma de identidad, una palabra que resume el sabor, el encuentro y la gastronomía tradicional canaria.