Resulta que a Darío López, el chico de Palante, le encanta reunir a los colegas, para una chuletada, un asadero o, como ocurrió este sábado en el Santiago Martín, La Quedada del Año. Empezó con lo típico de ´tráete al par de ellos' y al final se presentaron en la velada más de 5.000 noveleros. Chiquita armada, pensó el mismísimo organizador.
Aunque la presentación fue al más puro estilo pugilístico, al final no hubo cogotasos. Pero la entrada de los humoristas entre las butacas a modo de boxeadores recorriendo la pista de La Hamburguesa -con todo- para llegar al escenario fue triunfal. Luego tuvieron que recuperar resuello, porque el humor canario demostró en La Quedada que está en buena forma, pero no física.
Aarón y Víctor, un duo con flow deslenguado
El tranque de arrancar el evento fue para Aarón Gómez, porque el pibe tiene un programa en la TV Canaria y algo debe saber de presentar. No le ha ido mal en la vida a pesar del ataque de ansiedad que sufrió jugando al Street Figther de pibe en los recreativos de La Paz. Es sabido que al machanguito se le maneja con la lengua y, si te acaban de poner brackets y se te engancha el frenillo, puede derivar en tensión hasta el esternocleidomastoideo, o eso creo.
Con la misma salió Víctor Lemes. Guitarrita pa' aquí, guitarrita pa' allá. Se mandaron el par de temas como duo Chirichota -un cancamillo que tienen ellos dos- criticando la música de ahora, que es así como simplona. Y así con la peluca estilazo Mozart le metieron duro al reggeton, mami, justo antes de que Lemes cantara un trap con el flow de acabante de mandarse trankimazin. Para acabar, Aarón tradujo en gestos la letra de '19 días y 500 noches' mientras Lemes la cantaba. Las risas...
Abián llegó tarde, Petite salió de El Paso
Siempre hay uno que llega tarde y ese fue Abián Díaz. Apareció corriendo y avisó de que afuera del pabellón la isla estaba vacía y, cuando volvieran a sus casas, las iban a tener ocupadas por alemanes. Puntito reivindicativo. Fiel a su estilo, él aparecía por ahí a contar lo suyo. Dijo que tenía un colega que quería pedir matrimonio y cuando el pabellón ya estaba en modo americanada, rompió la burbuja. Era mentira. Imprevisible, luego se tiró la de Freddy Mercury: ¡¡Eo!! Eeeeooo!!
Entonces llegó Petite Lorena, que venía bien depiladita porque de La Palma a Tenerife no solo se viene al médico. También se viene a ver que se rasca. Desde la erupción del volcán, cuando la mujer se mandó a dos vulcanólogos y uno de la UME, esta soltera de El Paso anda buscando compañero para dar rienda suelta a su vena aborigen. Pa quien no la conozca, es un partidazo.
Omayra y Delia no son la misma
Luego le llegó el turno a Omayra -por supuesto Cazorla- que salió a relatar los peligros de acudir a un santero para que te quite el miedo a las cucas. Ya se sabe que el flish solo las deja medio colocadas así que la humorista buscó soluciones más tajantes para sus miedos y los de su mujer. Por cierto, ¿sabían que hay arneses que no se usan para pintar?
De seguido entró Delia Santana, que lució en primer plano en la pantalla con Omayra. Las dos juntitas, para que las diferencien, que se ve que las confunden. Empezó reivindicativa tirándole una pulla a Kiessling por su carta contra el lobby ecologista pero en realidad su misiva iba dirigida a Esperanza Gracia, una vidente cuyo movimiento de manos le preocupa, atormenta y perturba hasta el punto que se atrevió afirmar que sería buena tocando la batería, con ascendente en piscis.
Un Supositorio para Abubukaka
Hay mucho solista en esto del humor pero también están los que prefieren descoordinarse en grupo, como El Supositorio. Vestidos de viejas glorias banda de la música urbana llevaron algo de curtura al evento. Primero hablaron de sus orígenes, influencias y todo el rollo en rueda de prensa. Luego interpretaron su tema estrella, con break dance y un baile (o ecografía) ensayado al detalle. Ándense con ojo porque un hombre fatal, solo con una mirada, te puede preñar.
También hubo una sesión de Carrusel Shakesperiano por parte del equipo de la Cadena Ser o no Ser, comandado por Abubukaka. El derbi entre capuletos y montescos disputado acabó en empate a uno, con las muertes de Romeo y de Julieta. Fue necesario recurrir al VAR para revisar alguna jugada pero los mejores momentos álgidos de la retransmisión llegaron cuando sonaba la sintonía que anunciaba ¡Hay muerte en Verona!
Ignatius se boicotea y Kike Pérez ajusta cuentas
El Mencey en el exilio volvió a su tierra con la misma intención de siempre de defraudar al público y no lo consiguió. Bueno, al empezar le dio un desmayo a Pilar, una señora del público, pero quedó solo en un susto que Ignatius agradeció como preludio a su actuación. Gracias Pilar, por enseñarnos el camino. Luego defendió la revolución del aburrimiento contra un capitalismo que es como quien te sujeta la puerta, pero diez metros antes de que llegues, y te obliga a acelerar el paso.
Lo malo de tener amigos es que pueden pedirte favores. Es lo que le pasó a Kike Pérez, que hubiera preferido que Darío López le llamara para una mudanza antes que sacar a Ignatius del escenario. Kike aprovechó para ajustar cuentas con el pasado, con esa profesora de latín, que no le dejaba cantar el 'Adeste Fideles' porque desafinaba. Así que se arrancó al puro estilo de la Billos y la Wamampy. El hombre es humorista de rechace, a él lo que le gusta es cantar en la verbena.
Yeray improvisa, Arístides siembra felicidad
El toque autóctono de la velada lo puso Yeray Rodríguez, ese hombre que camina y se le van cayendo las décimas a cada paso. Oda a las papas, al mojo, a la piña y la mermelada y cualquier producto de la tierra que Darío López le mostrara, acompañado por los músicos. Cuando parecía se que se perdería en un callejón de rimas de pronto encontraba la salida y resolvía. Dos elefantes y el patio de Kike fueron las premisas para improvisar que dio el público. Cosa rara y complicada.
Y por último, Arístides Moreno, cuando ya se superaban las tres horas y media de espectáculo y el público estaba pensando en la cena. Pero mereció la pena aguantar porque el cantautor, que ni es músico ni humorista, nos presentó a Salomé, su hija, que heredó la vena artística del padre pero con voz propia. Pónganse en pie y así nos despedimos: ¡Felicidaaaaaad, felicidaaaaad, unos tienen tanto, tantos que no tiene na!
PD: Darío, te la mandaste.