Los Paiser, una de las primeras familias italianas en llegar a Canarias hace 100 años

La familia celebra el centenario de su llegada a las Islas reuniendo a familiares de todo el mundo y con la recopilación de toda la historia familiar en un libro redactado por Maximiliano Paiser, quien narra la vida de su familia a Atlántico Hoy

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La familia Paiser Bevilacqua / CEDIDA
La familia Paiser Bevilacqua / CEDIDA

Canarias siempre ha sido un lugar de paso, un lugar donde los barcos paraban a reponer y seguir hasta América, un lugar a donde la migración llegaba para continuar su camino hacia una vida mejor. El Archipiélago fue un lugar de paso para la familia italiana Paiser, o eso creía el tío abuelo de Maximiliano, al llegar a Gran Canaria en 1914. Sin embargo, el barco en el que viajaba quedó paralizado en el muelle hasta 1919, por lo que en esos años, terminó forjando una nueva vida en la isla. 

La familia Paiser celebra este año el centenario de su llegada al Archipiélago, 100 años de historia familiar con idas y venidas, campo de refugiados, una sastrería de éxito y muchas anécdotas. Con motivo del aniversario, Maximiliano Paiser se ha encargado de recopilar toda la historia de su familia en un pequeño libro, ‘Todo quedó atrás hace 100 años: la historia de una familia italiana residente en Canarias desde hace un siglo’, con la intención de que las nuevas generaciones conozcan su legado. Le relata brevemente a Atlántico Hoy su historia. 

Viaje a Argentina

Los Paiser proceden del norte de Italia, de la frontera italiano-eslovena, de una zona que por aquel entonces, en 1914, pertenecía al imperio austrohúngaro. Según cuenta Maximiliano, uno de los escenarios donde se libraron de las peores batallas de la Primera Guerra Mundial. Su familia, de procedencia campesina, vivía en un pequeño pueblo que fue evacuado por el gobierno austriaco con el comienzo de la guerra y destinado a un campo de refugiados a 40 kilómetros de Viena, en Pottendorf. 

Unos pocos años antes de que estallara la guerra, Francesco, el tío abuelo de Maximiliano, viajó a Argentina, como muchas otras personas que migraban a Norteamérica o Brasil en busca de fortuna. En 1914, un amigo suyo es asesinado mientras viajaban en tren a Buenos Aires. Este trágico evento es el que conduce a Francesco a volver a Italia de nuevo; no obstante, el barco para en julio de ese mismo año en Gran Canaria y no puede continuar su trayecto debido a las batallas que se acontecían en Europa. 

El tío abuelo Francesco Bevilacqua llegado a Las Palmas en 1914/ CEDIDA
El tío abuelo Francesco Bevilacqua llegado a Las Palmas en 1914 / CEDIDA

Todo comeinza en 1923

La vida a veces es caprichosa y como son las casualidades, su tío abuelo se queda en la isla, alquila una habitación en la Plaza de la Feria  y entra a trabajar en la Compañía Eléctrica de Las Palmas. Esta empresa se vendió tiempo después a una compañía americana, la United Electric Company, “por eso se llama Unelco”. Ahí se mantuvo toda la vida trabajando, hasta que se jubiló a los 65 años. “Fue un tipo conocido, nunca se fue de aquí. Estaba muy bien visto porque se sabía que había ayudado con su dinero a muchos compañeros que necesitaban y no le cortaba la luz a la gente que no tenía dinero para pagar”, señala su sobrino nieto. 

Pero, ¿cómo llega el resto de la familia a Canarias y se asientan durante 100 años? En 1923, el tío abuelo que residía en la capital grancanaria, le escribe a la abuela de Maximiliano que ya se había casado con su abuelo, para decirle que este puede venir a la isla ante la dificultad de encontrar trabajo tras la guerra. Su abuelo se marcha entonces a Gran Canaria, dejando atrás a su mujer con dos hijos, se instala y consigue empleo en una panadería, La Alemana, situada por la Plaza Santo Domingo. Es en 1926 cuando el matrimonio se reencuentra en la isla y comienzan a nacer el resto de hijos, siendo nueve en total. 

Maxi Paiser y Tulio Paiser / CEDIDA
Maxi Paiser y Tulio Paiser / CEDIDA

La conocida sastrería

Con la familia asentada en Gran Canaria, el segundo de los hijos, llamado Tulio, con 14 años, se emprende en el arte de la sastrería. Es la Guerra Civil en 1936 la que paraliza todo el negocio un poco. En 1938, tras estar algunos meses en Italia, se encuentra con dificultades para conseguir materiales, por lo que se marcha de polizón a Venezuela, donde empieza a trabajar en una sastrería en el centro de Caracas durante 18 meses. Al regresar a Las Palmas, comienza de nuevo el negocio de la sastrería a un nivel mayor, convirtiéndolo en un negocio familiar con la ayuda de sus hermanos, entre ellos el padre de Maximiliano. Desde finales de los años 30 que abren las puertas de la sastrería, estas no se cerraron hasta 2001

Casi toda la familia se incorporó al negocio de la sastrería, que era “muy conocida aquí porque tenían clientes importantes, como médicos, autoridades, gobernadores, incluso extranjeros, porque venían clientes de otros sitios”. Maximiliano pone de ejemplo a José Ramón Medina, fiscal general de la República en Venezuela, a quien le mandaban los trajes al otro lado del Atlántico. 

Un negocio familiar de éxito

En 1959, debido al exceso de trabajo en la sastrería de Tulio ubicada en Las Alcaravaneras, se amplía el negocio al puerto y se abre un nuevo establecimiento que se llamaba F. Paiser, bajo la dirección de Francisco, uno de los nueve hermanos - el único, narra Maximiliano, que vive de los varones, con 92 años a día de hoy-. Trabajó junto a otros dos miembros del clan, Giovanni y Óscar. Este local duró también en funcionamiento hasta el año 2000. 

A pesar de la entrada de la moda confeccionada en masa, los clientes seguían valorando la calidad del trabajo y de los materiales de la sastrería de la familia italiana. Por la demanda tan grande que tenían, el trazo de los patrones se realizaban en el local y costureras ubicadas por toda la ciudad elaboraban los trajes. “Mi padre y mis tíos tenían una particularidad, tomaban las medidas y el cliente al probarse la chaqueta, quedaba perfecta, no hacía falta hacerle arreglos”, llegando al punto, según relata Maximiliano, de que una vez su padre fue capaz de sacar las medidas del hijo de un cliente con solo una foto y unas pocas descripciones de su físico. 

Ubaldo Paiser / CEDIDA
Ubaldo Paiser / CEDIDA

Reunión familiar 

Aquellos que no se dedicaron a la sastrería, recorrieron el mundo o se asentaron, tras sus viajes, en otros países. “Tenemos familia por todas partes, como en California, Brasil, Venezuela, Argentina e Italia”, expone Maximiliano. Esta gran familia se reúne ahora en Gran Canaria con la visita de todos sus primos que viven fuera con la intención de revivir esa historia pasada que forma parte de quienes son a día de hoy. 

Maximiliano ha sido el encargado de organizar esta gran reunión familiar. Todo comenzó al encontrarse con un escrito de su tío mayor que contenía el relato de cuando llegó a Las Palmas en 1926 con tan solo seis años. Esos papeles cuentan “una serie de cosas interesantísimas” que junto a la investigación realizada por Maximiliano conforman el libro que recopila toda la historia de los Paiser. Su tío Ubaldo tituló el escrito ‘Todo quedó atrás’, y así 100 años después, el sobrino recoge el título del relato para dar nombre a la publicación familiar, ‘Todo quedó atrás hace 100 años: la historia de una familia italiana residente en Canarias desde hace un siglo’.

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