Entre las funciones esenciales del profesorado universitario destaca la investigación, un área que se está complicando para los docentes del sector privado a nivel nacional, así como en Canarias. La principal causa es la sobrecarga de trabajo que tienen, entre las horas docentes de más y el trabajo que no se ve, entre correcciones, tareas administrativas, etc.
La situación tiene su raíz en el actual convenio colectivo del sector que, a pesar de renovarse, solo tiene vigencia hasta este año y no tiene en cuenta en sí todas estas condiciones, por lo que las tareas quedan mal definidas o sin cuantificación real del tiempo que requieren. El panorama actual se debe a la espera de una nueva legislación para regular las universidades privadas, cuyo desarrollo normativo está aún pendiente.
Horas docentes
Según el convenio vigente, los profesores a tiempo completo deben impartir un máximo de 613 horas anuales de docencia, lo que se traduce en unas 15 horas semanales durante las 36 semanas lectivas del año académico. A ello se suman 1.685 horas anuales destinadas a tareas no docentes: corrección de exámenes, preparación de clases, tutorías, investigación, dirección de trabajos fin de grado y de máster, participación en actividades institucionales y tareas de gestión interna.
Pero en la práctica, estas cifras no reflejan el tiempo real que los profesores dedican a su trabajo, ya que no se ha valorado el tiempo necesario que requieren dentro del convenio, según explica Pablo Machado, profesor de la Universidad Europea en Canarias y presidente de su comité de empresa.
Trabajo que no se ve
De esta manera, los docentes “trabajan más horas de las que establece su contrato” al acumularse las tareas, trabajo que no está visibilizado ni remunerado. Y todo ello se dificulta para el profesorado asociado que compagina la docencia con otros empleos. “Hay compañeros que incluso preparan sus clases durante las vacaciones o los fines de semana porque no les queda otra”, comenta Machado.
“El profesor no tiene una entrada y una salida en la universidad, sino que estudia, trabaja y corrige en su casa. Son horas que no se ven”, añade señalando a su vez el compromiso de los docentes con su trabajo y cuidado hacia el alumnado al que le dedican el tiempo necesario.
La investigación
El desfase entre las horas efectivamente trabajadas y las horas reconocidas oficialmente impide a los docentes cumplir con otro de sus deberes fundamentales: la investigación. Y para Machado “no puedes ser profesor universitario si no investigas, si no estudias, si no creces en tu desarrollo intelectual”.
Se trata de un problema de fondo para el sistema universitario privado, sobre todo ahora que el Gobierno central prepara una modificación del decreto de creación y reconocimiento de universidades que obligará a las privadas a invertir al menos un 5% de su presupuesto en investigación y a obtener cada año un 2% de sus fondos a través de convocatorias competitivas.
Según los datos, la carga docente en las universidades privadas triplica la de las universidades públicas, donde un catedrático o titular imparte entre 120 y 240 horas al año. Y es que el 95% de las publicaciones científicas de 2024 procedieron de universidades públicas, según el Observatorio IUNE.
Medir los tiempos
Para Machado es imprescindible que se establezcan parámetros objetivos para medir el trabajo no docente. La universidad tiene que “medir los tiempos”. “Hay que saber cuánto tiempo requiere la dirección de un TFG, cuántas tutorías se pueden asumir sin colapsar, o qué carga implica preparar asignaturas nuevas” y así no superar las horas establecidas.

