Radiografía de la violencia vicaria, la más sutil de las violencias machistas

El maltratador utiliza a los hijos de ambos y ataca la dinámica cotidiana, doméstica y familiar para hacerle daño a su víctima

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La violencia vicaria se presenta de muchas formas. / Efe
La violencia vicaria se presenta de muchas formas. / Efe

La violencia vicaria tiene muchas caras más allá de los crueles casos de asesinatos que trascienden en los medios de comunicación. La violencia a veces no es tan extrema porque se presenta de formas mucho más sutiles como la manipulación de los hijos por parte del maltratador para ponerlos en contra de su madre llegando, en algunos casos, hasta las agresiones. 

A la consulta de Pino Lorenzo, psicóloga que colabora con la asociación A ti Mujer, llegan mujeres que arrastran años de un maltrato que no se ve: el psicológico. Asegura que, en la mayoría de los casos de violencia de género que ha atendido y si hay hijos de por medio, “es muy raro que no haya violencia vicaria”.

Usar a los hijos como arma

El concepto vicario proviene del latín y sirve para definir a la persona que sustituye a otra en un lugar de poder. “La violencia vicaria se puede manifestar de dos formas y una de ellas es que, manipulados por el padre, los hijos pueden llegar a convertirse en los agresores. De esta forma, el agresor para llegar a su víctima utiliza a otro”, explica Lorenzo.

La psicóloga expone que la segunda forma no es tan visible como el uso de la violencia física o verbal. “Se pueden dar mil situaciones como no facilitar el diálogo de cara a los acuerdos o regímenes de visitas, no entregar a los hijos cuando tiene que hacerlo o, incluso, no recogerlos cuando le toca al padre encargarse de ellos”.

Lorenzo trabaja normalmente con casos del segundo tipo, cuando el maltratador “utiliza toda la dinámica cotidiana, doméstica y familiar para hacerle daño a la mujer”. La angustia e inseguridad que esto genera en la víctima es innegable, sobre todo cuando no existe ningún tipo de comunicación entre progenitores porque ha habido una sentencia de por medio o algún tipo de violencia que no se ha llegado a denunciar. “Como es normal, la madre no quiere hablar con su agresor”. 

Ataques indirectos 

La violencia se presenta de muchas maneras y a la consulta de Lorenzo han llegado casos de todo tipo. El comportamiento del hijo de una de sus pacientes comenzó a cambiar, sus notas bajaron y su estado de ánimo no era el normal en un niño de su edad. “Su madre pensó que sería buena idea ir con él al psicólogo”, que a lo mejor el pequeño estaba pasando por una situación difícil y necesitaba la ayuda de un profesional. El padre se negó sin más excusa que el hecho de que la iniciativa del psicólogo había surgido por parte de la madre. “Este es un daño directo al niño para infligir un daño indirecto a la madre”.

También hay casos más graves en los que, después de pasar los fines de semana con el padre, “la niña llegaba sucia”. Llegó incluso a tener irritación e infecciones por pasar dos o tres días sin un lavado apropiado. “En este caso, donde la madre tiene miedo o no quiere enfrentarse al padre, trabajamos para fortalecerla”. Ccuando ha habido violencia de por medio, ellas evitan hablar con el maltratador, “y les genera mucha angustia enfrentarse a este para poder ayudar a sus hijos”. 

Fortalecer a las víctimas

En muchas ocasiones no existe una sentencia que determine que hubo violencia en el matrimonio, pero “a lo mejor fue una de las razones del divorcio o separación”. Esto genera una situación de bloqueo en la víctima que se une al hecho de sentir que no está cumpliendo con su labor como madre por el miedo que le tiene a su expareja. 

Es muy complejo separar el miedo de sus funciones como madre. Se trata, por tanto, “de trabajar con ellas e ir fortaleciéndolas”. A su consulta llegan personas con la autoestima por los suelos y su objetivo como profesional “es recuperar, apoyar y ayudar a sanar a la mujer que era antes del maltrato”.

Estos son los casos que no trascienden en los medios y que no aparecen en las estadísticas: mujeres que ven mermada su autoestima por el maltrato psicológico que ha ejercido un hombre sobre ellas y que, en muchos casos, utilizan a sus propios hijos para infligir aún más daño.