De zapatero remendón a experto guarnicionero: Mario ‘el de Cano’ se jubila

Por el pequeño taller de este enamorado de los caballos pasan todos los días turistas y canarios, algunos a contratar sus servicios y otros simplemente a curiosear

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Mario Torres lleva 40 años reparando todo tipo de calzado en un pequeño taller del número 27 de la calle Cano en Las Palmas  de Gran Canaria. El próximo 31 de diciembre se jubila, pero su impronta, su risa pegadiza (o mejor dicho sus carcajadas) permanecerán para siempre en la parte alta de Triana. 

Empezó en los años 80 con lo que él considera que es su profesión: la de zapatero. “Lo que pasa es que lo he combinado con la guarnicionería. Me gustan mucho los caballos. Son mi pasión y desarmando las sillas de montar he aprendido cómo están hechas y ahora mismo te arreglo cualquier tipo de montura, incluso las coso a mano”, explica Mario, que acaba de cumplir 65 años aunque aparenta unos cuantos menos.

Pasión por su caballo

“Yo no puedo vivir sin el caballo. Es lo que ayuda a vivir, a reírme y es lo que me hace levantarme todos los días a las 7 de la mañana”, asegura un emocionado Mario.

Mario no tiene un aprendiz que pueda seguir con la tradición. “La locura mía no la puede sustituir nadie”, asegura mientras se ríe. “Esto es una forma de vivir única”. Y tanto que lo es. En su taller no ves carteras, ni sandalias que podrías encontrar en otro lugar donde se trabaja el cuero. Ahora mismo está arreglando una porra de un agente de la Policía Nacional. 

Mario enseñando la aguja a la cámara de ATLÁNTICO HOY
Mario enseñando la aguja a la cámara de ATLÁNTICO HOY

Arregla de todo

“Pero todo cansa, todo llega, nada es para siempre y yo ya he trabajado demasiado. A mí me quedan 15 años para estar en condiciones y no me apetece trabajar más”. A Mario lo conoce todo el mundo en la calle donde trabaja, que está llena de comercios y sobre todo de hostelería. Lo cierto es que no es raro pasar por allí y verlo trasteando con alguna de las sombrillas de algún restaurante cercano que se ha roto y él se ha prestado a arreglarla. 

Este zapatero dice tener “20.000 anécdotas” en cuatro décadas de ejercicio.” “Buenas y malas. Una vez me multaron por tener en la puerta unas albardas tradicional canaria (se trata de unas almohadillas rellenas generalmente de paja y unidas por la parte que cae sobre el lomo del animal) de burros hechas por mí y todavía no entiendo por qué me multó. Le pasé la multa al Diputado del Común y nunca supe más de ella”.

El taller de Mario cerrará el próximo 31 de diciembre. ATLÁNTICO HOY
El taller de Mario cerrará el próximo 31 de diciembre / ATLÁNTICO HOY

Turistas y curiosos

Por su taller pasan turistas de todas las nacionalidades que se acercan a curiosear. “Ingleses, alemanes y una vez vino un grupo de japoneses. Se pusieron todos en coro, con las manos detrás. Estaban asombrados con el trabajo que yo realizaba. Uno de los turistas le preguntó al guía que como me llamaba, le dije mi nombre y él me hizo el típico saludo japonés, entonces me acerqué y le di un abrazo y un beso, como hacemos aquí en Canarias. El japonés no sabía cómo quitarme de encima”, relata Mario, muerto de risa una vez más.

En dos meses se cerrarán las puertas de su taller para siempre. Mario seguirá su vida con su familia, pero sobre todo con su caballo. Por la calle Cano todos coinciden: “Se le echará de menos”.