En el extremo oriental de Tenerife se encuentra Igueste de San Andrés, un pequeño caserío que pertenece al municipio de Santa Cruz de Tenerife donde no hay semáforos ni estrés. Solo un puñado de casas encaladas, jardines tropicales y vecinos que aún se saludan por su nombre.
Un pueblo sin prisas
En Igueste de San Andrés no hay prisa, y eso se nota desde que uno pone el pie en su pequeña plaza. Lo primero que llama la atención es que solo se oye el rumor del viento entre los árboles y el canto de algún pájaro. Todo parece moverse a un compás distinto, como si aquí los relojes marcaran una hora propia.
Los vecinos, en su mayoría mayores, mantienen costumbres como cultivar pequeñas huertas familiares, donde se recoge la fruta directamente de los árboles.
Un entorno natural privilegiado
Igueste se asienta en las laderas del barranco que lleva su mismo nombre. Gracias al microclima húmedo de la zona, aquí florecen especies tropicales que no son tan habituales en otras partes de la isla, como papayeros, mangos, guayabos y aguacateros.
Este caserío rodeado de montañas forma parte del Parque Rural de Anaga, una reserva de la biosfera que conserva algunos de los ecosistemas más antiguos de Canarias. Destaca por presencia de laurisilva, dragos y pinares que se mezclan con zonas costeras de acantilados y playas.
La villa también es el punto de partida de diversas excursiones. La más conocida es la del antiguo Semáforo de Anaga, al que se llega desde la plaza de la iglesia de San Pedro Apóstol, construida entre 1890 y 1909. Un recorrido de 2,2 km que, aunque corto, tiene un desnivel considerable que recompensa con vistas panorámicas del litoral y las cumbres de la isla.
El Semáforo de Anaga, construido a finales del siglo XIX por la compañía Hamilton & Company, servía para alertar al puerto de Santa Cruz de la llegada de barcos. Aunque actualmente está abandonado, forma parte de la historia del lugar.
En el pueblo de Igueste también hay playas alejadas del bullicio, como la de Antequera o la de Zápata, aaccesibles solo a pie o por mar. No es fácil llegar hasta ellas, pues el camino hasta allí está repleto de palmerales y barrancos, pero ahí reside gran parte de su encanto.

Tradiciones que perduran
A pesar ser un pueblo pequeño, Igueste de San Andrés mantiene vivas sus tradiciones. Las fiestas patronales son en honor a San Pedro Apóstol y la Virgen del Carmen y se celebran el finde de semana siguiente al 29 de junio. En estas fechas, la iglesia, construida a principios del siglo XX, sigue siendo el punto de encuentro del pueblo.
Igueste es también un claro ejemplo de sostenibilidad no forzada, donde la vida rural y la identidad canaria siguen intactas a pesar del paso del tiempo. Lejos del ruido urbano, este caserío muestra que aún es posible vivir en armonía con el entorno.
