Esta semana se han registrado en Tenerife dos nuevas muertes de cachalotes con cortes provocados por el impacto de embarcaciones. Las lesiones, graves y evidentes, son “la crónica de una muerte anunciada desde hace ya décadas”, denuncian los biólogos Natacha Aguilar, investigadora experta en cetáceos de la Universidad de La Laguna (ULL) y Marc Martín Sola, de la Red de Observadores del Medio Marino en Canarias (RedPROMAR), firmantes de un comunicado en el que alertan del colapso que sufre esta especie.
Los ejemplares hallados en el este de Tenerife agravan una situación que ya era alarmante. “En 10 años, la población de cachalotes de Canarias se ha reducido a la mitad”, cuenta Aguilar a Atlántico Hoy. Según las estimaciones más optimistas, en las poblaciones residentes en Canarias quedarían actualmente 124 individuos. “Es un declive catastrófico. El cachalote en Canarias va rumbo a la extinción local”, advierte.
Dos ejemplares jóvenes
El primero de los animales, encontrado en una playa del municipio de Fasnia, era una hembra de apenas nueve metros. “El tamaño al que alcanzan la madurez sexual, de modo que probablemente solo se haya reproducido una vez, o ninguna, antes de morir arrollada”. El segundo, aún a la deriva, era aparentemente juvenil, lo que “sugiere que no tendrá la oportunidad de contribuir a recuperar la población”.
Los expertos coinciden en que el golpe ha tenido que ser producido por una embarcación de gran tamaño. Según describe el biólogo, su primera impresión ha sido que el fatal accidente había tenido que ser reciente, dado que el cuerpo del cetáceo aún sangraba.
Población local
En Canarias hay cachalotes todo el año, es una especie que forma grupos familiares sólidos, complejos, cohesionados y matrilineales, es decir, liderados (y principalmente formados) por hembras, y que son fieles a un territorio: a las costas de Canarias vuelven a reproducirse aunque para comer puedan viajar kilómetros para llegar hasta Azores o a Madeira.
Los cachalotes tienen unas líneas de vida no tan distintas a las de los humanos: viven alrededor de los 70 años y forman en grupos cohesionados con fuertes lazos sociales. Por su parte, los machos abandonan los grupos, formados principalmente por hembras, cuando pasan de crías a juveniles, van a aguas subatlánticas a crecer y engordar, y vuelven, como macho solitario alrededor de los 30 años, a reproducirse, bien a aguas cercanas a las nuestras, bien a la costa atlántica de estados unidos.
Hasta 10 hijos
La reproducción del cachalote es lenta y costosa. “Una hembra de cachalote solo tendrá unas 10 crías en su vida y en cada una invierte tanto esfuerzo: más de un año de gestación (14-16 meses para parir una cría de unos 4 m de longitud), varios años de lactancia y aún más tiempo de guía, hasta que los machos jóvenes abandonan el grupo familiar materno a unos 10 años de edad”.
La estructura social del cachalote, hace que cada pérdida suponga más que una cifra. “En estos grupos sociales tan unidos, la pérdida de un individuo es mucho más que un número, se pierde un eslabón de la estructura social, con significado y trascendencia”.
Sumidero atractivo
Canarias es hogar permanente para esta especie. “Aquí se reproduce y se encuentran grupos familiares en todas las estaciones, con individuos reconocidos a lo largo de los años”. Sin embargo, el Archipiélago se ha convertido en lo que los expertos describen como “un hábitat de sumidero atractivo”, es decir, una zona donde los animales acuden por sus buenas condiciones, pero mueren más de los que nacen.
Los cachalotes, capaces de recorrer miles de kilómetros en busca de alimento, no han tenido tiempo de adaptarse a un océano que hemos convertido en una autopista de alta velocidad. “En menos de lo que dura la vida de un cachalote se ha más que duplicado la velocidad de los barcos y se ha aumentado en más de un 100% el número de buques que transitan su hábitat”.
Repensar el uso del mar
La pregunta ahora es si la sociedad está dispuesta a actuar. “¿Estamos dispuestos a hacer cambios como sociedad para salvaguardar al cachalote en Canarias?”, plantean Aguilar y Martín. Porque, como recuerdan los expertos, "estas colisiones llevan a la extinción a los grupos de cachalotes”.
“Necesitamos que la sociedad pida y acepte que haya cambios en las formas de usar el mar si queremos salvar a los cachalotes”, concluyen.
