Los oficios artesanos de Canarias no solo sobreviven al paso del tiempo sino que, además, evolucionan y se adaptan a las nuevas técnicas, sobre todo para la difusión y comercialización de los productos.
Pedro Benítez Reyes es maestro alfarero y responsable del Taller Afoche. Nació en Güímar y desde niño sintió gran curiosidad por el pasado de Canarias, De hecho, su primer contacto con el legado alfarero aborigen lo experimentó a través del grupo Misión Rescate.
Evolución e innovación
Como casi todo en la vida, la artesanía también ha estado sujeta a cambios tendentes a la mejora. Como ejemplo, Benítez describe que, aunque en un principio en las Islas se contaba con la oveja pelibuey, "introdujimos la oveja de lana porque su lana era un bien preciado que se usó para tejer mantas”.
“Todos los oficios surgen y van evolucionando. Desde la conquista y 300 años después, la evolución obedece a la necesidad de comer o de abrigarnos. Pero convertir estos oficios en industria es muy complicado”, arguye, manifestando que es muy dificil pretender vivir teniéndolos como única fuente de ingresos.
Trabajo complementario
Comenta el maestro alfarero que los oficios tradicionales de Canarias siempre han sido unos oficios complementarios, “el que hacía aperos de labranza, sachaba las papas, le echaba de comer a las cabras, ordeñaba y después se sentaba a trabajar en sus aperos”.
Comenta Benítez que las únicas personas que podían vivir de los oficios tradicionales eran los zapateros, personas que generalmente sufrían algún tipo de discapacidad o movilidad reducida en sus extremidades inferiores, “un zapatero no podía trabajar en otra cosa y dedicaba el cien por cien de su tiempo a hacer zapatos. o a repararlos. Pero todos los demás oficios han sido siempre complementarios y se hacían a ratitos”.
Actualidad
A la pregunta de los condicionantes que impiden vivir de la artesanía, ratificó el artesano que de los oficios tradicionales no se puede vivir porque “cada vez nos van cerrando más el círculo”, haciendo referencia a los trámites y legislación que se debe cumplir.
"En la artesanía pasa como con todo", indica nuestro entrevistado quien, además de maestro alfarero, es también criador de gallinas camperas, "al igual que existe una legislación para el control de 20 gallinas, lo mismo ocurre con el trabajo de los oficios tradicionales".
Orígenes
La investigación es fundamental para conocer los productos que resultan del ejercicio de los oficios tradicionales. Conocer las respuestas a preguntas -cómo ¿para qué servía? o ¿dónde se rescató?-, es de vital importancia para la divulgación y enseñanza de la artesanía.
Pedro Benítez, en declaraciones a Atlántico Hoy, destaca que “desde siempre los oficios tradicionales surgen por las necesidades del día a día: cuando tenemos que abrigarnos, tendremos que buscar con qué hacerlo”.
Satisfacción
“Me siento un privilegiado y no tengo motivos para protestar”, dice, comentando que sus productos alfareros están presentes en diferentes partes del mundo. “Mis gánicos han viajado a San Antonio de Texas, los llevó el doctor Chiscano. También he vendido piezas de barro que han sido trasladadas a Colombia. La periodista Rosa Villacastín adquirió diferentes vasijas mías para decorar su casa”.
Además, entre sus haberes figura la difícil tarea de haber logrado vender relojes de barro a turistas suizos y alemanes. Las manos artesanas de Benítez han dado vida a un reloj de barro al que ha adornado con la simbología de las pintaderas canarias “y a la gente le va gustando”.
Además, entre las piezas que realiza, nos dice que procura que se encuentren dos premisas fundamentales: que sus obras sean funcionales y decorativas.
