El humor de Ignatius Farray es tan único como el paisaje de su tierra. De voz inconfundible y risa estruendosa, el cómico tinerfeño no solo lleva el nombre de Canarias allá donde va, sino que también guarda en su memoria una geografía emocional muy precisa: la de su isla natal. Un mapa íntimo donde los acantilados, las calas y los pueblos con olor a salitre ocupan un lugar sagrado.
Ignatius no necesita grandes resorts ni playas de postal filtrada. Para él, la belleza de Tenerife está en los lugares donde el paisaje se toma su tiempo, donde aún se puede sentir la historia, el viento y la verdad del territorio.
Un rincón entre volcanes
Granadilla de Abona, su pueblo, encabeza la lista de recomendaciones, al menos así lo apunta en una entrevista realizada para la Guía Repsol. Allí se encuentra su zona favorita de toda la isla, El Médano, a la que considera la mejor por su ambiente natural y autenticidad. Situada al sur de Tenerife y abrazada por la imponente Montaña Roja, la playa combina lo mejor del paisaje volcánico con un espíritu libre que atrae tanto a surfistas como a quienes solo buscan tranquilidad.
Montaña Roja, un antiguo cono volcánico junto al mar, es uno de los rincones más especiales de la isla para Ignatius. "Se puede subir caminando y tener una vista panorámica increíble", explica en la entrevista para Guía Repsol. Una experiencia que aúna mar, tierra y cielo en un mismo lugar.
Pueblos costeros
La ruta sentimental del cómico continúa en San Miguel de Tajao, un pequeño pueblo costero. "Aquí se come el mejor pescado fresco de Tenerife", asegura Ignatius, que defiende con pasión estos enclaves donde el turismo aún no ha desbordado el alma local.
El norte de la isla también ocupa un espacio importante en su imaginario. Garachico, con sus piscinas naturales esculpidas en roca junto al mar, ofrece el tipo de baño que difícilmente se olvida. Agua salada, piedra volcánica y una brisa que huele a historia.
Una aventura ancestral
El punto final lo pone el Barranco de Masca, en el suroeste de Tenerife. Es un lugar muy inaccesible, una zona tan accidentada que ahí estuvo el último refugio de los guanches durante la conquista. Subir por este barranco no es solo una aventura física, sino también un viaje a las raíces de la isla. Las cuevas que allí se esconden fueron, según la tradición, el último bastión de resistencia del pueblo guanche.
Con este mapa emocional, Ignatius Farray no solo comparte sus lugares favoritos de Tenerife: nos invita a mirar la isla como lo hace él, con los ojos de alguien que ama lo propio sin filtros, sin artificios y con mucho corazón.