Los caminos del saber

En el libro que ha escrito Rita Levi Montalcini uno va aprendiendo con la humildad de quien sabe que se adentra en terrenos que apenas conoce

Guardar

Portada y contraportada de 'Atrévete a saber', de Rita Levi Montalcini, que ha sido editado en España por Crítica
Portada y contraportada de 'Atrévete a saber', de Rita Levi Montalcini, que ha sido editado en España por Crítica

El primer paso debería darse en nuestro cerebro. Casi todo lo que nos importa sucede entre esas millones de conexiones neuronales que se han ido conformando a lo largo del tiempo. Nuestra felicidad o nuestra derrota están escritas muchas veces en nuestro propio pensamiento, en el punto de vista o en la capacidad que tengamos para reinventarnos o para mirar más atentamente lo que a veces no vemos por estar demasiado cerca.

Estos días he leído un libro que ayuda a esclarecer nuestro proceso vital y todo lo que conlleva la existencia. Se titula Atrévete a saber y lo publicó, poco antes de morir, con noventa y cinco años, la neurocientífica italiana, Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina en 1986. En el libro, publicado en España por Crítica, hay un acercamiento desde el punto de vista científico al cerebro y a la mente, a lo que pensamos, a lo que vemos, y a todo lo que podemos cambiar para mejorar la manera de relacionarnos en ese espacio vulnerable que siempre ha sido el planeta. 

Todo lo que nos ha traído hasta aquí es fruto de la paciencia y de cambios que se fueron consolidando en la propia evolución de nuestros órganos y nuestro cuerpo desde que dejamos atrás al homínido que fue avanzando, poco a poco, casi a tientas, hasta llegar a nosotros. Ese camino de vuelta es al mismo tiempo un camino de futuro, porque solo desde el conocimiento y la cultura podremos seguir avanzando e improvisando una vida que no venga impuesta y que pueda se pueda reconducir con la intuición y el esfuerzo. 

En el libro que ha escrito Rita Levi Montalcini uno va aprendiendo con la humildad de quien sabe que se adentra en terrenos que apenas conoce. Ella lo pone fácil, no complica sus planteamientos, y nos pide concentración, capacidad de abastracción y una mirada hacia dentro, hacia lo que somos y lo que hacemos, para dar ese salto, siempre determinante, del conocimiento, para sondearnos un poco mejor y así poder encarar los años que nos queden con más tiento y más puertas de salida sin salir de nuestro propio pensamiento. En unos tiempos en los que quieren que casi todo desaparezca, hay que aprender a detenerse como lo hacían los sabios en el ágora o como siempre se han detenido los científicos en sus laboratorios o los filósofos en sus bibliotecas, lejos del ruido de lo inmediato, volviendo a la esencia, a la raíz, al origen de todo lo que somos y de todo lo que podemos reinventar para construir un futuro diferente.

Archivado en: