La experiencia de leer se comparte cada vez más en las islas

Los clubes de lectura cada vez ganan más popularidad en las Islas. Se crean más y se llenan más, con un beneficio sociabilizador que va más allá del fomento de la lectura

Guardar

Club de lectura La Quinta durante la lectura de 'Nada se opone a la noche' de Delphine de Vigan. / CEDIDA
Club de lectura La Quinta durante la lectura de 'Nada se opone a la noche' de Delphine de Vigan. / CEDIDA

Leer es una actividad solitaria, pero la experiencia de leer no tiene que ser exclusiva del libro y del lector. Los clubes de lectura cada vez ganan más popularidad en las Islas, se crean más y se llenan más gracias a la apuesta que se hace desde las bibliotecas públicas en crear pequeños grupos para la interpretación literaria. Sus moderadores destacan el gran valor socializador que tienen, con un beneficio que va más allá del fomento de la lectura. 

En Canarias hay variedad de grupos de lectura. De poesía, de narrativa canaria, en la cárcel de Tenerife II, en los pueblos, en los barrios, por las mañanas y por las tardes, una vez al mes o cada 15 días. Algunos ya están repletos de participantes, como los dos horarios del Club de Lectura La Quinta, otros ven ir y venir a nuevos lectores como el Club de Lectura Luis Feria, que tiene un grupo estable de participantes pero que en cada encuentro aparecen rostros nuevos. 

Reunirse alrededor del libro

No es solo leer un libro. Es ir a exposiciones, ver películas, acudir a presentaciones de libros, invitar a escritores para que hablen del proceso de escritura. Pero sobre todo es compartir un espacio juntos. Luis Miguel Martín es coordinador del Club de Lectura La Quinta y del Club de Lectura del AAPA Establecimiento Penitenciario de Tenerife, también es miembro de otro club de lectura y actor. Desde su punto de vista, estos grupos “tienen una función terapéutica para las personas que están solas, o que necesitan socializar. Hay personas que el leer acompañados les motiva. Quizás por eso tienen éxito”, explica. 

Es un punto de vista que comparten Rafael José Díaz, escritor y moderador del Club de Lectura Luis Feria, enfocado en la poesía, y Daniel Bernal Suárez, también escritor y moderador del Club de Lectura Nuevas Narrativas Canarias. La función de citarse con asiduidad para compartir su punto de vista sobre el texto que han leído no solo fomenta las relaciones sociales entre los participantes sino que es un herramienta contra la soledad y a favor de la enseñanza. 

El bienestar de compartir

“Hay personas que se incorporaron al club porque habían perdido a un ser querido, porque habían tenido una separación y tenían una depresión, personas que se sentían muy solas en casa, otras que les apetecía probar la experiencia”, comenta Martín. “Es obligarte a salir, a compartir. Se convierte en un hábito saludable, te aporta bienestar”, valora Bernal Suárez. 

Por su parte, Díaz explica que en su casa “el lector se enfrenta al texto de manera individual. El club de lectura permite poner en común, te saca de esa torre de marfil, y le pones cara a otras personas como tú, que también son lectores solitarios, te da oportunidad de compartir”. En su caso, pese a que la poesía no sea un género de grandes ventas valora positivamente que haya un club exclusivo de lectura poética con una asiduidad de entre 10 y 15 personas. 

La variedad de opiniones

A los clubes de lectura no va un perfil específico de persona. Sí es verdad que están protagonizados en su gran mayoría (hasta el 90% incluso) por mujeres en todos los clubes anteriormente mencionados (a excepción del de Tenerife II). Es normal, ellas no solo son las que más leen, sino también las que más suelen participar en actividades comunitarias. Pero más allá del género los participantes son de diferentes edades y profesiones, quizás sí hay personas interesadas especialmente en la escritura, pero no es lo que predomina. 

Ahí es donde radica la magia de la reunión mensual o quincenal, en la variedad de puntos de vista que se genera de cada historia. “Cada uno interpreta en función de los conocimientos y las experiencias vitales que tiene y a veces hay lecturas muy diferentes”, comenta Bernal Suárez. Esa es la riqueza de estos grupos porque “escuchar interpretaciones diferentes te abre a que a lo mejor modifiques tu punto de visión o te des cuenta de detalles que no habías advertido”, valora. De hecho, como comenta Martín, “hay señoras que van a los clubes de lectura porque dicen que lo que explican sus compañeras les ayuda a comprender mejor la lectura”. 

Satisfacción moral

Los tres moderadores acentúan lo enriquecedor de estas reuniones no solo para los integrantes sino también para ellos mismos. “Algunos participantes me llaman el profesor de poesía”, destaca entre risas Rafael José Díaz, “pero es todo lo contrario yo soy uno más aquí, no lo planteo como una clase ni como una lección en absoluto, hay horizontalidad”.

A Luis Miguel Martín también le tratan como a un profesor en el club de lectura de Tenerife II, donde también entre risas comenta que le tratan de don Miguel y donde “es raro que no te den las gracias después de cada sesión”. Para él moderar los clubes, “es una felicidad que no te dan otras cosas materiales, una satisfacción moral y personal fantástica”.

Archivado en: