La última vez que el dirección general de Innovación Cultural e Industrias Creativas del Gobierno de Canarias, Cristóbal de la Rosa, habló con Dulce Xerach, esta le contó entusiasmada que había tenido una reunión con responsables de Moeve para preservar algunos de los tanques de la Refinería de Santa Cruz y convertirlos en un espacio cultural. “Me lo contó supercontenta: ‘¡Tuve una reunión, parece que esto va para adelante, va a ser fabuloso”, recuerda De la Rosa para Atlántico Hoy.
La escritora y política canaria ha fallecido este viernes en Madrid, lo que ha provocado la conmoción del mundo cultural del Archipiélago. Múltiples administraciones por las que pasó como política o como gestora la han recordado.
Un preacuerdo
Hace apenas un mes, como presidenta de la Asociación Amigos del Espacio Cultural El Tanque, Dulce Xerach había contado públicamente un principio de acuerdo con Moeve para no demoler varios elementos de la Refinería. En concreto, citaba “un almacén construido en 1959, un espacio denominado La Capilla, que sirve de salón de actos, y el depósito de agua visible a la entrada de la capital”.
Añadió que la intención era también salvar al menos uno de los depósitos con forma de esfera donde se almacenaba gas: “La idea sería ubicar en esos elementos propuestas artísticas de videoarte, algo parecido a lo que se consiguió en su momento con el Espacio Cultural El Tanque”.
El Tanque
A finales de los años noventa, cuando se proyectaba el desmantelamiento parcial de la Refinería de Santa Cruz, Dulce Xerach y su esposo y arquitecto Fernando Martín Menis imaginaron lo impensable: conservar uno de aquellos depósitos de crudo y convertirlo en un espacio para la creación contemporánea. La idea fue polémica, incluso ridiculizada: “Decían: 'Bueno, pero qué tontería más grande, mira que es un espacio cultural dentro de un tanque de petróleo'”, rememora para Atlántico Hoy Cristobal de la Rosa.
Pero la obstinación de Xerach logró lo que parecía imposible. El Espacio Cultural El Tanque abrió sus puertas el 11 de julio de 1997 tras la rehabilitación firmada por Menis. Hoy forma parte de los tres centros expositivos que gestiona el Gobierno de Canarias en Tenerife, junto a la Sala de Arte Contemporáneo, en Santa Cruz, y la Sala Cabrera Pinto, en La Laguna.
El Tanque, destinado fundamentalmente a la exhibición de la creación visual contemporánea, en especial de sello isleño, y abierta a la participación de toda la ciudadanía, hoy en día también es escenario de otras actividades musicales y multidisciplinares, entre ellas el festival Keroxen, que reúne música, performance, artes visuales y danza.
Su monumentalidad cruda, sus paredes metálicas con cicatrices del pasado industrial, lo dotaron de una acústica y una atmósfera singulares que artistas, cineastas y creadores han aprovechado durante décadas. Hoy es un emblema de cómo la cultura puede resignificar la memoria industrial de una ciudad. Y ese precedente explica por qué Xerach no dejó de soñar con que parte de los tanques de la Refinería, ese paisaje que ha marcado el perfil urbano de Santa Cruz durante más de medio siglo, pudieran tener un destino similar.
Una mujer creativa e innovadora
Quienes trabajaron con ella coinciden en que era “muy, muy creativa, muy innovadora”. Cristobal de la Rosa asegura que lo que más la definía era su empeño en sostener las ideas a lo largo del tiempo, sorteando obstáculos administrativos, resistencias políticas o el escepticismo ajeno. “Insistía en ellos, no los abandonaba. Eso lo hacía muy bien”.
Ese espíritu lo demostró en algunos de los grandes hitos culturales de Tenerife: la apuesta por el Instituto Óscar Domínguez y la gestación del TEA, la defensa del audiovisual como sector estratégico en el Parlamento de Canarias a través de una PNL que alumbró la protección y el mimo que hoy en día se da a este sector en las Islas, la presidencia del Círculo de Bellas Artes.
Una gran pérdida para Canarias
“Ella era una persona absolutamente convencida del valor de las artes y la cultura para mirar el mundo, para tener visiones que a las demás personas nos ayuden a construir un mundo mejor. Y esta fe en la cultura, la fe en las artes, yo creo que la llevó siempre, siempre, siempre”, subraya De la Rosa.
“Fue una enamorada de la vida y una enamorada de la buena arquitectura. A mí me parece que es una gran pérdida para Canarias", lamenta De La Rosa. Quizá la mejor manera de honrarla sea retomar aquella visión y hacerla realidad: que en Santa Cruz, algún día, los tanques de petróleo vuelvan a encenderse, no con crudo, sino con cultura.
