La naviera Baleària anunció este lunes que ha adquirido Armas Trasmediterránea tras llegar a un acuerdo con la propiedad. La noticia, que ha sido recibida con optimismo en el Gobierno de Canarias por la esperanza que puede generar en la conectividad entre islas, ha hecho recordar que se trata de un proceso de venta con mucha historia a sus espaldas.
La cronología de su caída deja entrever lo que ha supuesto un pulso financiero entre bancos y bonistas, un endeudamiento desorbitado y un desenlace que culmina hoy con la venta a Baleària y el fondo danés DFDS —este último en las rutas con el Estrecho de Gibraltar—. Todo empezó en el 2017 y el resto es una historia que todavía se sigue escribiendo.
Compra de Trasmediterránea
En octubre de aquel año, Armas adquirió Trasmediterránea a Acciona por 260 millones de euros —es decir, significó más de 127 millones de deuda para la entidad—. Eso sí, la operación, aprobada en 2018, la consolidó como gigante estatal, pero hipotecó su futuro. El tiempo fue pasando sin demasiados sobresaltos, pero llegó la pandemia y lo estropeó todo.
Las restricciones sanitarias durante la crisis sanitaria de la COVID-19 desplomaron ingresos y la naviera acumuló más de 400 millones en pérdidas, quedando al borde del colapso. En el año 2022 irrumpieron fondos como JP Morgan, Bain Capital, Barings, Cheyne Capital y Tresidor, quienes tomaron el control mediante una recapitalización.

Porcentaje residual
La familia Armas se quedó con un 6 % residual, mientras la banca acreedora —Santander, CaixaBank, Sabadell y Acciona— mantenía su derecho de cobro. Ante la complicada situación, la compañía planteó en el año 2023 un recorte drástico de deuda, eliminando a los bancos como acreedores. Esto desencadenó un enfrentamiento judicial entre fondos y entidades financieras.
Uno de los giros más importantes en la historia se dio en marzo de 2025, cuando la Audiencia Provincial de Las Palmas respaldó el plan: la deuda se redujo de 483 a 193 millones de euros y los vencimientos se prorrogaron a 2026. La consecuencia fue que los bancos desaparecieron como acreedores y los fondos consolidaron su control.
Cuentas saneadas
Con la empresa saneada, los fondos encargaron al banco Houlihan Lokey la búsqueda de comprador. Hubo ofertas de Baleària y Boluda Corporación Marítima, este último con el respaldo de empresarios canarios para intentar mantener el control en el Archipiélago. También DFDS mostró interés por las rutas del Estrecho.
Todo ha terminado este lunes. Baleària asumirá las operaciones en Canarias, Mar de Alborán, Canarias-Península y Argelia, con 15 buques y 1.500 empleados. Por su parte, DFDS adquiere las rutas del Estrecho de Gibraltar. El buque Fortuny pasa a Liberty Lines, que lo fletará a Fred Olsen Express.
El final
La venta de Naviera Armas no solo representa un cambio de accionistas, sino el final de una etapa en la que la compañía simbolizaba la capacidad empresarial de Canarias para competir en el mercado estatal. La apuesta de Boluda y empresarios canarios por mantener la naviera bajo control local se quedó en el camino frente a la fuerza financiera de Baleària, que se consolida como líder del transporte marítimo español.
En Canarias, el desenlace se percibe como la pérdida de una referencia histórica y como una muestra de las dificultades de las islas para retener el control de sectores estratégicos cuando entran en juego grandes fondos internacionales.
