El empresariado grancanario vuelve a posicionarse en el mapa marítimo del Archipiélago. Un grupo de inversores locales ultima su entrada en Naviera Armas, compañía que adquirió el pasado agosto Baleària —la firma de Adolfo Utor— por 210 millones de euros. La operación, impulsada en parte por la mediación del presidente canario, Fernando Clavijo, permitiría que una parte del control del servicio marítimo interinsular permanezca en manos isleñas.
La sociedad que aglutinará la participación canaria se constituirá en las Islas, lo que permitirá aprovechar las ventajas fiscales del Régimen Económico y Fiscal (REF). En principio, Baleària conservaría el 70% del capital, mientras que el 30% restante quedaría en manos de firmas grancanarias como Satocan, los hermanos Domínguez, Javier Puga, Arehucas, Tirma y Acosta Matos.
Pujanza grancanaria
Por el momento, no se ha incorporado ningún inversor tinerfeño, lo que refuerza el peso de Gran Canaria como epicentro del capital canario en esta operación. Este movimiento llega una semana después de que otras tres empresas grancanarias —Domingo Alonso, Grupo Martinón y Satocan— se hicieran con el 45% de Canaragua.
Las negociaciones avanzan, aunque los inversores locales han puesto sobre la mesa dos condiciones clave: el reparto de dividendos —una práctica poco habitual en la política de Utor— y una cláusula de salida que les garantice recuperar su inversión en caso de futuras ampliaciones de capital.

Sector estratégico
La entrada del capital grancanario se percibe como una garantía de arraigo local en un sector estratégico para la conectividad y la cohesión económica del Archipiélago.
Mientras la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) evalúa aún la adquisición de Armas Trasmediterránea, la implicación de empresarios de Gran Canaria refuerza la presencia isleña en un negocio vital para el futuro de las comunicaciones marítimas.
