“Ustedes a rezar y los otros a divertirse”, no parece una frase propia de un eclesiástico y, sin embargo, salió de la boca del que fuera Obispo de la Diócesis de La Laguna hasta 1961: Domingo Pérez Cáceres, según el encargado de su biografía, el escritor y médico Enrique González González.
Este sacerdote, conocido en La Laguna como “el obispo de los pobres”, por sus actividades caritativas, pronunció estas palabras en una época idónea para la diversión, el Carnaval, o más bien el artefacto de engaño a las autoridades durante la dictadura que se llamó Fiestas de invierno y que fue de la mano de Pérez Cáceres.
Obispo tinerfeño
Nació en Güimar en 1892, con el nombre de Andrés Avelino Domingo y fue obispo de La Laguna desde 1947 hasta su muerte. Fue el octavo obispo de Tenerife y el primero nacido en la isla. Bajo su diócesis, se impulsó la construcción de la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, que acabó en 1959, una década después de empezar la obra.
Y en cuanto a las fiestas, no solo fue "el valedor del Carnaval", como lo llama el escritor e investigador Julio Torres, sino que impulsó una de las fiestas grandes del actual centro lagunero: La Romería de San Benito Abad.
Los pecados del pueblo
El Carnaval estaba prohibido en toda España, pero Pérez Cáceres impulsó las Fiestas de Invierno, con las que hacía la vista, cambiándolas de nombre y ligeramente de día, para que quedaran contentos el pueblo y la administración franquista. Bajo su mandato, la gente podía ir ataviada con máscaras desde su casa hasta el epìcentro de las fiestas, el Teatro Leal, en las que se celebraba el baile.
Son varias las fuentes de investigadores que atribuyen a este obispo el impulso de esta nueva festividad, que empezó a celebrarse solo medio año antes de su muerte, y cuentan que este se puso en contacto con quien era el ministro de la Gobernación, para hacerse cargo de "los pecados de su pueblo" durante los carnavales, porque “no pasaría nada y una vez terminados irían a confesarse”.
Su biógrafo escribe: “Estando don Domingo paseando por el patio del Obispado, se acercaron varias beatas nerviosas e indignadas. Con voz temblona y compartida le aseguraron que las Fiestas de invierno eran ocasión grave de pecado que había que suspenderlas. Don Domingo las miró con ojos serenos y cara relajada. Y les contestó: 'Muy bien. Ustedes a rezar y los otros a divertirse”.
Calle Obispo Pérez Cáceres
El callejero de San Cristóbal de La Laguna le rinde homenaje con la calle Obispo Pérez Cáceres, ubicada en el Barrio Nuevo, al que atraviesa desde la Avenida Leonardo Torriani hasta la Vía de Ronda.
Su casa aún se conserva en el barrio de Chacaica, en Güímar.
