Fefo Nieves, ser humano intachable y mejor amigo, me llamó desde Tinajo y me planteó con tono de desconsuelo: “Fran, ¿qué hacemos ahora? Muchacho, esto es un vacío”. Se refería -el entre otras cosas elaborador de mermeladas naturales y mojos- al fin de etapa de la confección y elaboración de su libro, Cocina Tradicional de Lanzarote, en el que estuvimos muchos meses sumergidos, empeñados –y embelesados- mano a mano, detalle a detalle.
Con el ok, digamos que protocolario, a proceder al proceso de imprenta, Fefo me contaba que sentía esa magua en la que yo le ofrecí mi particular visión: “Amigo, esto ha sido como el Camino de Santiago. Cuando llegas a la Plaza del Obradoiro, después de kilómetros y kilómetros de pateo, y asistes a la misa del Peregrino en la Catedral, queda esa sensación de y ahora qué; un desconsuelo que se amortigua con otro camino, otro libro”.
La cocina de Lanzarote
De cualquiera de las maneras, las cajas con el lustroso compendio ya están en Lanzarote. Unos 4.000 ejemplares rutilantes que, se adivina, van a generar un extraordinario interés no solo en la isla de los volcanes sino en todo el Archipiélago.
Por parte del Cabildo lanzaroteño se están barajando las fechas para la presentación oficial y es que su presidente, Oswaldo Betancort, ha estado particularmente interesado en que saliera esta obra que calará profundamente por su transmisión de un legado que Nieves ha recopilado con respeto y meticulosidad desde hace décadas.
La base de la receta
“Cuando ojeen el libro, lo normal es que se generen los comentarios de mi madre o mi padre no echaban eso o aquello –comentaba Fefo en una entrevista para Con Cúrcuma Radio que le formulé en el Salón Gourmets de Madrid justo cuando le confirmaron ese día que los palés viajaban rumbo a Arrecife.
“Por supuesto que cada familia tenía sus recursos aunque lo realmente importante, lo que he procurado es condensar la base y los fundamentos sustanciales de cada receta”, indicó para el espacio que se emite cada semana en la Radio Canaria.
Para que no se olvide
Esas 150 recetas cuentan con un denominador común y es que, como bien aclara el autor “no es que se vaya a perder nada pero sí que caiga en el olvido; con esta obra se reactiva la memoria del paladar, de los aromas”. “Luego –siempre hace hincapié en esto- están ahí los cocineros y cocineras, los especialistas, en darle la otra forma a esos platos que yo he intentado contar lo más fielmente posible a lo que atesoré hace ya su buen tiempo”.
“Hemos procurado transmitir lo que se comía antaño. Cómo eran capaces de hacer cosas tan ricas con apenas tres ingredientes”, algo que he podido comprobar en el mencionado ‘mano a mano’ con Fefo mientras me afanaba en aportar lo mejor de la línea literaria para este arcón de cosas buenas que “ya está en casa”.
La preparación
Probé las ricas hechuras que el autor preparó junto a su hijo José para una de las sesiones fotográficas a cargo del fotógrafo profesional lanzaroteño Moisés Acosta: autenticidad pura, sutileza y originalidad en platos humildes y, lógicamente, saludables.
“Yo soy un amañado —afirma el autor— y para cada sesión con Moisés preparaba comida en abundancia junto a mi hijo José, cocinero de profesión. Ha sido una experiencia y vivencias formidables porque observas cómo el profesional de la fotografía busca ese encuadre especial que ni podía sospechar, el caso de unas lentejas. Una novelería que merece la pena experimentar”.
Sabores primigenios
En el recién celebrado Día del Libro, y aprovechando las Ferias que se prolongan por Canarias estos días, les invito a que apunten la posibilidad de repasar este libro que se ha ensamblado con toda la pasión y ese espíritu perenne de lo que se comía antaño en Lanzarote. Pulpo con papas menudas, baifo, caldo de millo, fideos con caballas, pescado con mojo, tollos macerados, mantecados, truchas, panitos de mamí…
No dejaremos de disfrutar de estos apuntes ni de sorprendernos cada vez que nos metamos en la cocina de nuestra casa para encontrar sabores tan primigenios como únicos.
¡Felicidades Fefo!