Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

Cultura gastronómica canaria y divulgadores anónimos

Periodista

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Por los senderos de la vida y, claro está, los que me adentran en la gastronomía nos topamos pocas veces con divulgadores, en el sentido más natural de esta palabra, de todo nuestro acervo canario. No me estoy refiriendo estrictamente a los comunicadores profesionales aunque todo ha cambiado sensiblemente desde la irrupción de las redes sociales.

Las alternativas a las que me lleva mis frentes periodísticos –junto a la buena predisposición disposición de ánimo, diría- genera caudales de sensaciones y convicciones de estos divulgadores anónimos que hunden su sabiduría en los orígenes y evolución de la cultura culinaria y vitícola de esta tierra canaria.

Me da pie para afirmar, como así lo haría cualquiera de estas personalidades, que esa cultura popular no está ni mucho menos peleada con su interpretación desde lo contemporáneo o como, se diría, la modernidad.

La divulgación no solo se lleva dentro sino que se mama del entorno y de los contextos. Muchos canarios y canarias, sabemos de ello porque al ser una tierra relativamente pequeña en territorio –enorme en corazón- se sigue viviendo, y así quiero creerlo, el aroma a gofio de la molienda o el de la panadería o la ventita de ultramarinos de origen familiar. Se está perdiendo, de acuerdo, pero ojalá podamos sostener lo más posible lo que un día fue una identidad y una base de nuestros recuerdos.

En las páginas de los cuadernos

Me da por repasar, siempre que puedo, cuadernos de apuntes en los que no he trazado el aspa de que ya ha pasado al reportaje o al artículo en los medios. Anaga hechicera, Las Carboneras, pateadas por los montes,… De ahí a nuestra almendra del Sur con anécdotas, relatos, vínculos con los terruños.

Guachinches (cuando eran guachinches): Ravelo, Aguagarcía, Tegueste, La Victoria, La Orotava… Potas en salsa, pescado salado, tollos compuestos, bubangos rellenos, cuartas de vino. Aviso a navegantes ¿qué cocinero-a prepara hoy unos tollos compuestos como dios manda?

Tradiciones casi extinguidas como la trilla en El Tanque o manifestaciones como los Barcos de Tegueste, La Librea,…); la recreación histórica del 25 de julio y Nelson, la etnografía. En la medida de lo posible y de nuestro archivo familiar tenemos que ser todos y todas divulgadores para que nuestro pueblo y las nuevas generaciones abran los ojos a lo que es nuestro legado tan vigente hoy como cuando emprendió su camino. Los Hachitos de Icod de los Vinos por San Juan –observo en mi cuaderno- y la proyección de una gastronomía ‘sanjuanera’ que se apropia de la magia de la festividad.

La transformación de la vida tal y como se planteaba no más atrás de medio siglo, por acotar, ha propiciado que hoy tengamos unos recursos e instrumentos increíbles para difundir valores y que son la clave para una nueva tipología de socialización como así lo facilita, evidentemente, las redes sociales.

Una fórmula para informar al minuto; los medios tradicionales daban la posibilidad de una columna, un breve, un reportaje cuando había espacio y se podía. Hoy todo es instantáneo y, utilizado con sentido común, una vía espléndida para dar a conocer lo que hasta hace poco se escapaba a nuestro conocimiento por falta precisamente de divulgación.

Eslabones para atender y comprender

Ha habido un antes y un después con este fenómeno basado en la facilidad de la comunicación que cala en distintos segmentos de la sociedad canaria. Pequeñas revoluciones que han comportado un apetito por el senderismo, la restauración tradicional, el retorno al mundo rural o el respeto al sector primario.

En tono conciliador con otros tipos de comunicación, personalmente estimo que el periodismo ha catapultado históricamente el despegue de realidades que estaban instaladas casi en el ostracismo gracias a este oficio basado en la seriedad, la eficacia, la referencia veraz a la actualidad y la responsabilidad a la hora de contar los hechos.

Al final se trata de redescubrir constantemente nuestras señas de identidad bebiendo de fuentes preciosas y valiosas. Que nos valemos de nuestro dispositivo y de las redes sociales para ello: ¡perfecto! Todo esto no se fuerza sino que fluye.

Un ejemplo: Casa Tomás y sus famosísimas costillas con papa, piña y mojo. Todo esto tiene su retorno porque también los jóvenes consumen gastronomía local en las tascas de todas las Islas. ¿Quiénes las llenan? Ellos y ellas, al margen de consumir hamburguesas de todo diseño.

Pongamos sobre la mesa: ¿qué sería de Acentejo sin la castaña? Durante siglos sostuvo una economía local de artesanías y nutrición como sustitutivo en aportación calórica de tantos y tantos géneros básicos que escaseaban por épocas.

Dónde nace y cómo se hace

La gastronomía nace alrededor de la cultura de los productos y expande sus bondades a través de un escaldón o de una sabrosa carne de cabra,… Me encantan y respeto nuestros platos vernáculos pero igualmente pretendo saber de dónde nace y cómo se hace. La gastronomía es una forma de ser, la de los pueblos, y que muestra sus preferencias al comer, los gustos de una población, sus recursos históricos y actuales y su compromiso con ese legado.

Me había fijado en el calendario y es que el 30 de mayo viviremos el Día de Canarias, poco después de la “tafeña” electoral. De ahí que hoy me dio por adelantarme a los acontecimientos para no perder “esencias” con cuestiones evidentes que no vendrán al caso. Ya ustedes me entienden.

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