Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

En la fría soledad de mi palacio mental

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Hay un sitio, ahí en tu cabeza, donde te enfrentas a tu mayor verdugo… tú y tu verdad. Es un sitio frío, sin adornos, sin que nadie pueda rescatarte con palabras bonitas ni realidades edulcoradas.

En este lugar la verdad es clave, una objetiva y sin victimismo que te saca los colores y te pone en tu sitio si lo has hecho mal en algún momento. Es el lugar al que vas, cómo hacen ahora con los niños, a pensar, a reflexionar y a preguntarte “¿cómo he llegado a este punto?”.

Hoy quiero hablar de algunas de las creencias y los procesos internos que vivimos cuando necesitamos tomar decisiones difíciles o algo no sale como esperamos. Qué pasa si te equivocas, cuál creo yo que es el camino correcto para alcanzar una conclusión que te beneficie a ti, aunque a veces no te entiendan. Soy empresario, de esto sé un poco.

Valentía para trabajar la paz

No te creas que todo el mundo tiene la valentía de visitar su interior y de tener ese diálogo del que te hablo, porque a veces la verdad intrapersonal duele, es jodida y te incapacita para ser feliz de manera momentánea. Mucha gente prefiere creerse su relato, contarse una mentira o una verdad a medias, reforzar su versión de la historia que te deja sin capacidad de crecimiento o cambio de enfoque.

Pero yo, que soy un yonki de la paz mental, recomiendo visitas asiduas al palacio. No para hacerte daño, sino porque creo que es necesario ubicarte para tomar las decisiones adecuadas en la vida, que, ya te adelanto, nada tienen que ver con lo que el mundo espera que hagas muchas veces. Lo importante cuando haces este ejercicio es preguntarte si vas a ser lo suficientemente honesto para, desde el cariño y la compasión, no contarte un cuento sesgado de los hechos.

Qué fácil que es nadar fuera del agua

No sé si a ti te pasa, pero en ocasiones tengo la sensación de que la gente cree saber lo que tenemos que hacer, cuál es la decisión que mejor te conviene en cada momento. Haz esto o haz lo otro, te dicen con una superioridad moral que a veces hasta te angustia. Cada persona tiene claro el camino que debes seguir para alcanzar tu paz, pero déjame decirte algo, la vida es una serie de emociones y sentimientos que nos definen, que nos hacen sentirnos mejor o peor en función del momento, y que son la brújula, que debe guiarte para tomar esas decisiones de las que hablo.

No existe la objetividad, yo lo veo así, existe el bienestar intangible que hace que se te erice la piel, que trasciende a la razón y que simplemente es así porque así lo sientes. Sé que sabes de lo que hablo porque es eso que has vivido alguna vez, que no se puede explicar fácilmente con palabras. Este párrafo resumido en una palabra es…fluye. Déjate guiar por tus sentidos.

Creo que a mis amigos les gusta hablar conmigo porque les apoyo sin juzgar, desde un punto de vista empático y porque entiendo que lo mejor objetivamente no siempre es “lo que más nos conviene o apetece hacer”.

Si quieres, dile a la gente lo que quiere oír, que tiene la razón, pero haz lo que sientas que tienes que hacer, aunque te juzguen luego. Nadie estará contigo cuando te vayas a la cama y te toque reflexionar. Esto no lo olvides nunca.  

¿Seré mala persona? Desactivando el mecanismo de la culpa

Seguro que, en esta cultura judeocristiana del pecado en la que nos han educado, alguna vez te gas preguntado esto. Para mi es algo recurrente ya que, según mis valores inculcados, insisto, basados en ese castigo constante que nos gusta profanarnos sin medida, me dijeron que había que ser bueno, y hacer bien al prójimo y estoy de acuerdo en esto último. Sin embargo déjame decirte que por mucho que te esfuerces no lo vas a conseguir en plenitud, esto es así. Alguna vez queriendo, y otras tantas sin querer, harás daño a otra persona, puede que a alguien que quieres mucho.

Lo importante es que te reconozcas en tu error y sepas que ha ocurrido para llegar a ese punto, que lo trabajes, y que, si sientes que no lo has hecho bien, no lo vuelvas a hacer. Y sí, tendrás que seguir adelante y continuar, sin culpas y con un buen aprendizaje.

Hakuna Matata

Hoy, después de dar una formación, me he dado cuenta de que somos prisioneros de una construcción social que nos indica aquello que está bien o que está mal. Que somos parte de una trampa mortal que no nos deja respirar cuando sentimos que hemos fallado al mundo, pero lo importante es reflexionar si te has fallado a ti mismo y si no es así hakuna matata, vive y deja vivir.  

No hacer demasiado caso al mundo que te rodea, abandonar las culpas y cambiarlas por aprendizajes, ser honesto contigo mismo y tomar las decisiones que tu piel y tus sentimientos te digan que son las correctas son las recomendaciones que te he querido hacer en estas breves líneas.

Yo vivo en una constante reconstrucción para trabajar en una versión de mí que me dé paz, que me haga sentirme bien con la persona que soy y que me permita seguir creciendo personal y empresarialmente. Siempre me preguntan que cómo hago todo esto y hoy, que me estás leyendo, te voy a contar un secreto… todo esto lo construyo en la fría soledad de mi palacio mental.