La pandemia tocó de lleno a muchas personas cambiando su vida. Por circunstancias personales, Fernando Jiménez vio la importancia de ser autosuficiente y decidió empezar a plantar sus frutas y verduras. Esta decisión ha llevado al nacimiento de SomosTierra Oasis Huerto Urbano - Microbosque en el barrio santacrucero de García Escámez (Somosierra).
Ubicado en unos terrenos que forman parte de un polideportivo de 2,6 hectáreas de la zona, Fernando tomó la decisión de hablar con la asociación de vecinos --que volvió a constituirse tras llevar inactiva 10 años al comenzar la iniciativa del huerto-- para poder empezar a plantar en unos terrenos aledaños que estaban en estado de abandono. Su labor empezó a despertar la curiosidad entre los vecinos y actualmente participan 11 familias, algunas de ellas de otras zonas de la capital tinerfeña.
Plátanos, lavanda, romero o higos son alguno de los productos que podemos ver plantados, y al que ahora acompaña el proyecto de un pequeño bosque.

“Empezamos de la nada”
Lo que empezó con un pequeño círculo ahora acoge 12 canteros, más uno comunitario. “No son sólo vecinos, también viene gente de otros barrios. El que está más lejos vive en El Toscal. Hay gente de Inglaterra, Italia, Alemania, Venezuela, Colombia… cada uno siembra lo que le apetece” , cuenta.
Fernando no olvida a quienes le tendieron la mano para empezar, y quienes siguen colaborando. “Los primeros árboles y plantas fueron donados por el vivero La Cosma Bajamar y San Borondón en Arico, pioneros en agricultura ecológica. Ahora tenemos mucho respaldo, la gente se acerca y nos da una mata o unas semillas. De hecho un bodegón que está cerca de aquí, llamado San Fernando, nos da el café para echar lombrices que generan compost”, cuenta.

Agricultura regenerativa
Los canteros están divididos, y cada persona subgestiona el suyo pero siguiendo unos estatutos con unas normas básicas para garantizar la convivencia. El objetivo, cuenta Fernando, es poder utilizar el resto de la parcela para continuar con el huerto y que puedan participar familias así como asociaciones y colegios con fines educativos e incluso terapéuticos.
Para él se trata de un espacio para fomentar la agricultura regenerativa y la relación entre las comunidades. “Este tipo de iniciativas regenera en las personas un sentimiento que está machacado por el urbanismo. Ya no se da el mismo valor que antes a la agricultura, y la existencia del huerto ha hecho que muchos vecinos mayores vuelvan a hablar de la importancia o las propiedades que tienen ciertas hierbas o verduras”, reflexiona. El huerto ha protagonizado talleres y actividades que van desde que los más pequeños aprendan a sembrar una judía hasta pintar piedras.