17.000 euros. Es la cuantía en la que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha tasado lo que costaría arreglar los balcones del número 9 de la calle Puerto Escondido, en pleno centro de la ciudad, que el pasado 3 de diciembre sufieron un desprendimiento de cascotes a la vía pública, provocando que la Policía Local acordonase la zona.
La cifra, que ha sido detallada a Atlántico Hoy por Zaida González (PP), concejal al frente de la Gerencia de Urbanismo de la capital, estima lo que al ayuntamiento le costaría repararlo en caso de tener que hacerlo la corporación municipal, con posterior giro de la factura a los propietarios.
Mallas anticaída
No obstante, lo que probáblemente ocurra es que sean los vecinos del propio edificio los que asuman la contratación y pago del proyecto reparación, previa solicitud de licencia, por lo que la cifra podría variar.
El procedimiento cuando caen cascotes a la vía pública, según explica Urbanismo, conlleva que el ayuntamiento notifique a la propiedad que tiene un plazo determinado para colocar elementos de protección anticaída, tales como mallas, y evitar que siga habiendo desprendimientos hasta que se ejecute la reparación.
Urbanismo notificó al edificio sito en el número 9 de Puerto Escondido que debía colocar las mallas el pasado 9 de diciembre, con un plazo de 72 horas. Urbanismo ya ha acusado el recibo de la notificación y los propietarios hace días que colocaron mallas de protección anticascotes en la fachada del edificio. Ahora, la propiedad tiene que presentar al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife un certificado elaborado por un técnico que acredite que las medidas de protección instaladas son suficientes y correctas.

La cafetería Puerto Escondido echa el cierre
Una vez aporten los propietarios ese certificado, explica a este medio la concejal, la Policía Local procederá a retirar las vallas y cintas que precintan la acera donde cayeron los cascotes, justo delante de la cafetería Puerto Escondido, que a comienzos de la semana en la que se produjo el desprendimiento había cerrado sus puertas puntualmente por tener a varios empleados de baja, aunque preveía reabrir.
Este hecho fue clave para que los desprendimientos no dejaran ningún herido, pues la terraza de la cafetería solía estar siempre llena y la cola de espera para poder sentarse se formaba precisamente donde cayeron los cascotes.
Según explica el propietario de la cafetería a Atlántico Hoy, sí que había decidido cerrar el local temporalmente por un periodo largo más adelante, cuando comenzasen las obras de la calle Puerto Escondido a mediados de 2026, pero la caída de cascotes probablemente precipite la decisión del cierre.
Difícil mantener a los empleados
Mantener a la plantilla con un local cerrado indefinidamente por la caída de cascotes no es fácil, máxime cuando el cierre temporal ya estaba en el horizonte. "Lo de la cafetería era una muerte anunciada", explica el dueño pensando en el cierre que tenía previsto en unos meses, pero ahora se adelanta: "Mantener nueve empleados aquí, con el local cerrado [es complicado]", relata a este medio.
"Te pones a sumar unas cosas y otras... Esto es un negocio, se trata de venir y no perder. Entre el problema que tengo con las bajas, que viene la obra, el alquiler que tendré que renegociar cuando cierre por la obra, y ahora encima esto...", explica.

Se mantiene el otro local
La cafetería, en cualquier caso, sólo cierra su local de la calle Puerto Escondido. Sí mantiene abierto, en cambio, el que tiene en el centro comercial Bulevar, que abrió hace apenas unos meses gracias al gran volumen de clientela que tenía el restaurante original.
El dueño explica a Atlántico Hoy que, en todo caso, su intención no es traspasar el local ahora cerrado, sino aguantar el tirón con la reja bajada hasta que acaben las obras de la calle Puerto Escondido, tratando de renegociar el alquiler para que resulte menos lesivo.
Piedras como una pelota de balonmano
Los trozos de la fachada que se desprendieron el 3 de diciembre tenían el tamaño y volumen aproximado de una pelota de balonmano, por lo que un impacto podría haber resultado fatal.
Cuando se produjeron los desprendimientos, la Policía Local acordonó la terraza de la cafetería Puerto Escondido y los bomberos procedieron a inspeccionar los balcones del edificio, golpeando las zonas de donde habían caido los cascotes para que no quedase ningún trozo suelto.
