Arquimea ejecuta una investigación pionera para reforestar los suelos dañados por los incendios

La responsable del proyecto, Sara Vidal, cuenta las claves de un estudio innovador realizado en su centro científico ubicado en el municipio tinerfeño de La Laguna

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Sara Vidal, responsable del proyecto de ARQUIMEA, y trabajos en un laboratorio / CEDIDAS
Sara Vidal, responsable del proyecto de ARQUIMEA, y trabajos en un laboratorio / CEDIDAS

Arquimea Research Center, el centro de investigación de la empresa tecnológica Arquimea, ubicado en La Laguna, se encuentra actualmente investigando cómo mitigar los efectos de los desastres naturales mediante la recuperación de suelos deteriorados por eventos climatológicos y actividades antropogénicas. 

Específicamente, un grupo de investigación del centro trabaja desde hace un año en un desarrollo pionero con el que esperan recuperar el suelo de terrenos quemados de una manera mucho más rápida que de forma natural gracias al uso de bacterias extremófilas.

Las bacterias extremófilas

“Son aquellas que viven y prosperan metabólicamente en ambientes y entornos con condiciones extremas”, explica para Atlántico Hoy la doctora en biología molecular, experta en microbiología y responsable del proyecto, Sara Vidal. “Un ambiente extremo se define como aquel en el cual las condiciones son tan adversas que resultan inhabitables o letales para los seres humanos”, agrega.

En este sentido, resalta que algunos ejemplos de estos ambientes incluyen desiertos con altas temperaturas y elevada radiación, fosas marinas, lagos con elevada salinidad o acidez, áreas con radiación intensa, volcanes, y volcanes submarinos, entre otros.

Aceleración

Los resultados preliminares de la investigación indican que, tras añadir un determinado consorcio de bacterias extremófilas al suelo quemado, la regeneración de dicho suelo ocurre de forma más acelerada. Además, se ha demostrado una aceleración de la germinación de las cepas de tomate.

En el caso de potenciar la reforestación del pino canario o de otras especies autóctonas y protegidas del Archipiélago, Vidal aclara que las bacterias extremófilas que han utilizado son bacterias descritas como “promotoras del crecimiento vegetal (PGPR)” y abarcan un grupo diverso de bacterias que interactúan con las plantas y mejoran su crecimiento y salud. 

Término colectivo

“Las bacterias PGPR no representan una especie única, sino más bien un término colectivo para una amplia variedad de bacterias que tienen efectos beneficiosos sobre las plantas”, expone la directora de la investigación. “Diferentes especies y cepas de PGPR pueden establecer asociaciones específicas con ciertos tipos o especies de plantas”, añade.

Además, destaca que en ocasiones las interacciones entre las PGPR y las plantas “son altamente específicas y pueden estar influenciadas por factores como la especie de planta, el tipo de suelo, el clima y las cepas bacterianas específicas involucradas”. 

Sin embargo, apunta que hay otras bacterias que “promueven el crecimiento de las plantas de forma inespecífica”, ya que ayudan a cualquier tipo de planta. Además, hay bacterias que ayudan a las bacterias autóctonas del propio suelo, promoviendo así de forma indirecta cualquier especie de planta. “Nuestras bacterias tienen el potencial de poder ayudar a cualquier tipo de planta, pero deberíamos continuar con la investigación para poder corroborarlo”, apostilla Sara Vidal.

Sara Vidal
La doctora en biología molecular, experta en microbiología y responsable del proyecto de Arquimea, Sara Vidal.

Cambio climático

Las investigaciones de Arquimea Research Center son de vital importancia dados los evidentes efectos que el cambio climático está teniendo en los suelos de todo el mundo. En concreto, debido al alarmante aumento de incendios que en los últimos años ha puesto de manifiesto la escala del problema a nivel global, además de los más cercanos y recientes en Canarias.

De acuerdo con datos de la ONU, los incendios extremos podrían aumentar en todo el mundo hasta un 14% en 2030 y un 30% en 2050. En España, de enero a mayo de 2023, los considerados como grandes incendios (aquellos con más de 500 hectáreas quemadas) ya son 15, un dato muy preocupante comparado con los cuatro de media de los últimos diez años.

“Como científicos, poseemos las herramientas necesarias para acelerar el progreso de la sociedad, prolongar la esperanza de vida y mejorar su calidad. Sin embargo, debemos ser conscientes de que si nuestro propio planeta se deteriora, todas estas ventajas carecerán de significado”, argumenta Vidal, que resalta que es por esto que “es de vital importancia que nuestro enfoque no se limite únicamente a descubrir medicamentos para combatir enfermedades, sino que también dediquemos esfuerzos a abordar la crisis ambiental que afecta a la Tierra”. 

Suelos contaminados

Arquimea comparte que la investigación parte de muestras de suelo contaminado recogidas en el incendio en Tarifa, suelo del desierto de Tabernas o suelos con alta salinidad como en las Salinas de San Rafael. Ante el reciente peor incendio en 40 años en Canarias -aún sin extinguir- acaecido en Tenerife, Vidal explica que les gustaría poder probar el consorcio bacteriano, por lo que están intentando gestionar que puedan tener “acceso a tomar muestras del suelo quemado del reciente incendio o, incluso, probarlo en el terreno directamente”.

Por último, la responsable del proyecto detalla que sus investigaciones atañen, actualmente, “a la recuperación de suelos degradados en diversas situaciones, tales como después de un incendio, en suelos contaminados, así como en suelos con baja fertilidad, entre otros escenarios”, por lo que no van dirigida a la prevención de incendios, de la que existen otros innumerables estudios.