El Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria confirmó la pasada semana la presencia de ciguatoxina en un pejerrey de 7 kilos, analizado el 19 de septiembre. El resultado fue positivo y el ejemplar quedó fuera de la cadena de consumo.
El director del IUSA, Fernando Real Valcárcel, advierte de que la ciguatera “es un problema de salud pública” que puede dejar secuelas durante años, aunque en Canarias no se hayan registrado muertes. “Que un animal de estos tenga ciguatoxina significa que puede ser peligroso para el consumo humano”, señala.
El especialista explica que el riesgo aumenta con el tamaño del ejemplar. “Un pejerrey de 7 kilos es de alto riesgo porque ha tenido más tiempo y oportunidad de consumir otros peces contaminados. Desde los 2 kilos ya es obligatorio analizarlo”.
Casos en aumento
De media, entre un 12% y un 17% de los peces analizados en Canarias resultan positivos en ciguatoxina, aunque las cifras varían según la zona. Real destaca que lugares como El Hierro presentan más riesgo tras los cambios en las condiciones marinas producidos por la erupción volcánica. En Canarias, la ciguatera ha dejado al menos 129 personas intoxicadas en 22 brotes entre 2008 y 2023, según datos oficiales. Sanidad ha registrado también nuevos episodios en 2024, lo que confirma que la tendencia va en aumento.
El director del IUSA asegura que la incidencia está creciendo. “Sí, rotundamente sí. El cambio climático no es ninguna bobería. Está favoreciendo la proliferación de microalgas que producen la toxina y lo vemos también en Canarias”.
Confianza en la ciencia
Real insiste en la necesidad de trasladar información rigurosa a la ciudadanía: “Cuando decimos que un pescado es positivo no es una opinión, es un resultado científico. Negar esto solo genera confusión y pone en riesgo la salud pública”.
Desde 2011, el IUSA ha analizado más de 15.000 ejemplares de pescado dentro del control oficial. “Nunca ha habido intoxicaciones con los que han pasado por este sistema. Los casos se dan sobre todo con pesca deportiva o ilegal, que queda fuera del control”.
Síntomas prolongados
La ciguatera se manifiesta entre dos y doce horas tras la ingesta. Primero aparecen vómitos, diarrea, náuseas y bajada de tensión. Después llegan los síntomas neurológicos: hormigueos, alteración en la percepción del frío y calor, agotamiento y dolores articulares.
“Son los signos más temidos porque pueden durar meses e incluso hasta dos años. No existe tratamiento específico y es difícil convivir con estas secuelas”, explica Real.

Prevención necesaria
El IUSA realiza análisis gratuitos también para pescadores deportivos, aunque su labor principal es el control de la pesca profesional bajo el programa oficial del Gobierno de Canarias. “Es un esfuerzo altruista que busca proteger la salud pública”, añade su director.
Real subraya que la única defensa eficaz es la prevención. “La gente debe fiarse de los controles. Negarlo todo no conduce a nada y la ciencia es lo único que nos garantiza seguridad”.
