El Informe Pisa en la orilla

Nuestro Informe Pisa lo tenemos en la orilla de las playas, en los montes que se queman o en la carencia de empatía ante los que sufren

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Algunos de los participantes en la jornada medioambiental de limpieza de playas ‘Acción Litoral’ celebrada el pasado 1 de diciembre en Punta del Hidalgo / ATLÁNTICO HOY
Algunos de los participantes en la jornada medioambiental de limpieza de playas ‘Acción Litoral’ celebrada el pasado 1 de diciembre en Punta del Hidalgo / ATLÁNTICO HOY

Mirando el mar puedes observar la vida, no solo porque el mar sea más sabio y más viajero que nosotros, mucho más metafísico y sonoro y, por supuesto, mucho más poético. En el océano también aprendemos a constatar nuestra insolidaridad y nuestra barbarie. Las costas están llenas de microplásticos, de colillas, de tapones de botellas y, si uno se fija y no le ciega esa mirada literaria hacia el horizonte, puede encontrar neumáticos, plásticos de todos los tamaños, cristales y, de vez en cuando, el alquitrán de los grandes barcos que limpian sus bodegas donde creen que no los ve nadie. Esa es la otra mirada al mar que uno encuentra, la que nos entristece y la que trae a la orilla tortugas atragantadas, peces muertos y pájaros extraviados en sus vuelos oceánicos.

Hace unos días, caminaba por una de esas orillas necesarias que uno sabe que existen para cuando buscamos el resuello y la calma que nos ayude a seguir caminando. Estaba en Punta del Hidalgo y vi a unos esudiantes que recogían toda esa porquería que les he contado. Iban con sus profesores y con monitores que les explicaban lo que tardaba en desaparecer una colilla, una lata o un plástico. Ellos se tomaban ese trabajo de limpieza como si les fuera la vida, porque de alguna manera intuyen que les va la vida y el futuro en el cuidado de esas aguas cada vez más maltratadas. 

Por el otro lado de la playa, también venía un grupo de adultos recogiendo más basura. Los dos grupos formaban parte de una acción de limpieza del litoral promovida por la Fundación Acuorum y Teidagua, que forma parte del grupo Canaragua. Los adultos me contaron que eran empleados de Teidagua que quedaban de vez en cuando para coincidir, conocerse un poco más fuera del trajín laboral y contribuir a la mejora del planeta participando en acciones medioambientales. Entretanto, los escolares, que eran estudiantes del CEIP Punta del Hidalgo, se iban enseñando unos a otros los restos que iban recogiendo en la orilla, asombrados de encontrar todo ese deterioro entre las rocas y las piedras que casi siempre veían de lejos, donde la mirada no enseña lo que queda entre los charcos. 

Ese paisaje tinerfeño se parece mucho a mi paisaje de infancia en el Puerto de Las Nieves, pero el de Tenerife se asemeja aún más no siendo el mismo porque no tiene diques, grandes barcos o coches pasando al lado de donde uno camina. Punta del Hidalgo, cuando uno se adentra por el camino de tierra o transita entre las piedras, parece el paisaje intacto de Las Salinas de Agaete de mi infancia. Y todo eso sucede en una semana en la que el Informe Pisa vuelve a sacarnos los colores a los españoles y a los canarios, y ese Informe de lo que realmente advierte es del futuro que estamos construyendo. Las matemáticas, la literatura, las ciencias, la comprensión lectora o la historia sirven para formar ciudadanos más responsables con su entorno y con los seres humanos más vulnerables. Nuestro Informe Pisa, el fracaso de la educación en las últimas décadas con tantas leyes que se atropellan de una forma improvisada y vergonzante, lo tenemos en la orilla de las playas, en los montes que se queman o en la carencia de empatía ante los que sufren, envejecen solos o tratan de salir adelante sin nadie que los atienda. Pero luego están esos escolares que venían recogiendo basuras por la orilla. Esa fue la educación de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, la única que puede cambiar realmente una sociedad, persona a persona, la que enseña sus miserias para que no se repitan, la de esos niños que juraban que jamás tirarían nada el mar porque el mar, siempre lo olvidamos, es la vida, el espejo en el que nos terminaremos mirando algún día.