Una plaga de cucharas sorprendió este jueves a la localidad granadillera de Los Abrigos. Concretamente en el acceso peatonal de la zona del muelle, donde empiezan a confluir los negocios de hostelería y restauración.
La causa se debió a la fumigación de las alcantarillas ejecutada por una empresa contratada por el ayuntamiento, algo que se hace con regularidad y que, incluso, según fuentes municipales consultadas por Atlántico Hoy, son pedidas por los propios negocios.
Mala hora para fumigar
Sin embargo, el problema ha radicado en esta ocasión en que la fumigación se ejecutó a las 11 horas de la mañana, coincidiendo con las cafeterías abiertas y la recepción de clientes residentes y, sobre todo, turistas.
“Los camareros de los locales colindantes trabajando, matando cucharas, voladoras y de todo, la Policía Local pasó ni se inmutó”.
Así se escucha decir a la vecina que grabó en vídeo un momento de la plaga en la que se observa a varios trabajadores del entorno luchar contra las cucarachas escobillón en mano en la vía pública con el fin de que no afectara a sus negocios.
Ejércitos de cucarachas
"Aquí no han venido a decir nada. Fumigaron las alcantarilla a las 11 de la mañana. Nosotros porque somos restaurante y abrimos más tarde, pero el resto de negocios, que son cafeterías estaban abiertas y empezaron a salir ejércitos de cucarachas".
Quien cuenta los momentos posteriores a Atlántico Hoy es Rodrigo, encargado del popular restaurante El Mirador. "En vez de fumigar por la noche o por la mañana temprano lo hicieron a las 11", añade con crítica, aunque tranquilo tras no haber habido complicaciones mayores.
Libres de afección
En este sentido, Rodrigo aclara que a su negocio no le perjudicó por dos razones: porque aun estaban cerrados y "porque la alcantarilla por donde salían está en pleno sol y el árbol que da sombra está junto a la cafetería de al lado y fueron todas para él", señala.
De esta manera, como se ve en el vídeo, algunos de los trabajadores emprenden la pelea con las cucarachas con escobillones y pala.
Eso sí, por suerte, como aclara Rodrigo, "nunca entraron a los locales porque estábamos atentos, pero si no, se hubieran colado un par de ellas por lo menos".


