En cada bocado puede esconderse una historia. A veces basta con un pan crujiente, un queso potente y un toque de creatividad para elevar un plato a la categoría de arte culinario. Y cuando hablamos de bocadillos, pocos platos despiertan tanta nostalgia, pasión y debate como este clásico de barra y mantel.
En Canarias, el bocata no es solo una comida rápida: es una expresión de identidad, sabor y saber hacer. Por eso, no sorprende que uno de los más originales y sabrosos del país haya nacido entre las calles de una ciudad canaria con mucha historia.
Reconocimiento nacional
Durante la final del II Campeonato de España de Bocatas, celebrada en el prestigioso Mom Culinary Institute de Madrid, se eligieron los 15 mejores bocadillos del país. Entre ellos, uno representó a Canarias, y lo hizo con orgullo: el bocadillo Sinergia de la Cafetería Los Majuelos, ubicada en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife.
Este singular bocadillo fue el mejor de Canarias y logró posicionarse entre los 15 finalistas de toda España, tras superar una intensa fase previa con más de 130 establecimientos participantes y 110.000 unidades vendidas, votadas por el público y evaluadas por inspectores especializados.
Una receta sorprendente
¿Y qué lleva este bocadillo que ha conquistado a los expertos? El Sinergia está compuesto por pan brioche de beterrada, cochino a la canela, queso ahumado de cabra, pimientos rojos asados y una salsa de Pedro Ximénez. Una combinación arriesgada, pensada al milímetro, que resulta en una sinfonía de sabores compleja, dulce, ahumada y profundamente canaria.
El jurado de la final, integrado por nombres como José Carlos Capel, Mariana Sánchez, Vicky Sevilla o Sergio Manzano, valoró aspectos como la técnica, la originalidad, el sabor y la ejecución.
Orgullo para Canarias
Este logro coloca a Tenerife y a su gastronomía en el mapa nacional del street food de calidad, reafirmando que en las islas se cuecen grandes ideas más allá de los fogones tradicionales.
La Cafetería Los Majuelos, gracias a esta creación, ha demostrado que la innovación y el respeto por el producto local pueden ir de la mano, y que un bocadillo —ese plato a veces infravalorado— también puede ser una experiencia gastronómica memorable.