La Asociación de Trabajadores de la Tierra Canaria (Atratican) denuncia que los gobiernos canario y estatal “abandonan a su suerte” a los agricultores, que se sienten “indefensos” frente a las plagas por la prohibición de determinados plaguicidas.
La organización regional ha detectado en las reuniones mantenidas recientemente con el sector en todas las islas que uno de los problemas más graves a los que se enfrentan es la falta de herramientas eficaces para combatir las plagas, según explica a Atlántico Hoy el secretario de Atratican, Ricardo Carballo.
“Las normativas europeas con respecto a las plagas, con los fitosanitarios que nos permiten y los que no, nos están llevando a la ruina más absoluta”, lamenta Carballo.
Consecuencias
El secretario insiste en lo complicado que es combatir estas plagas en grandes superficies de cultivo. “Si tienes una planta en casa y se llena de pulgón, puedes quitarle unas cuantas cochinillas, pero nosotros tenemos que combatir grandes superficies de plataneras con productos autorizados que no son rentables. Aplicar solo agua y jabón nos lleva a la ruina”, apunta.
Carballo asegura que, en su caso, tendrá que renunciar a continuar los contratos en algunas fincas en la isla de La Palma porque el control de plagas sin herramientas fitosanitarias adecuadas le supone un incremento del 20% en los costes. “Ahora mismo tengo dos operarios dedicados solo a combatir las plagas con plaguicidas que no funcionan. Nos están quitando herramientas y nosotros no cultivamos plátanos para que el paisaje sea bonito, lo hacemos para mantener a nuestras familias”, subraya.

Falta de rentabilidad
El agricultor añade que la situación en el Valle de Aridane, zona afectada por el volcán, es especialmente dura. “Si hubiera rentabilidad en el sector platanero, no me importaría buscar trabajadores para esto, pero encima no es rentable”, señala. Además advierte de que el daño que provocan las plagas en las plantas adultas “afecta a la cosecha del año siguiente, a la calidad del producto y al rendimiento”.
Carballo, que representa la última generación de una familia de agricultores plataneros, también lamenta la falta de relevo generacional. “No tengo sobrinos ni primos que sigan con esto, y eso que mi familia es enorme. Soy el último que se dedica a la agricultura y tampoco quiero que mi hijo se dedique al campo, porque se sufre mucho”.
Control
La situación, dice, se agrava porque "se permite la entrada de productos de países terceros que no vienen en igualdad de condiciones". Para Carballo "Europa nos llena de requisitos y normativas, pero luego competimos con países como Ecuador, donde no existen los mismos controles”.
Aun así, el secretario de la asociación insiste en que los agricultores no buscan el uso indiscriminado de productos químicos, sino condiciones justas de competencia: “No queremos que el consumidor coma algo que le haga daño, solo pedimos que compre un producto con las mismas condiciones que el de al lado”, indica.