Imagen de unos clientes comprando en la panadería Miguel Díaz / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO
Imagen de unos clientes comprando en la panadería Miguel Díaz / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Triana dice adiós a la panadería Miguel Díaz: el Ayuntamiento ratifica su cierre

El área de Urbanismo mantiene que el histórico negocio carece de licencia de apertura, pese a llevar abierto desde 1920, y declara finalizado el procedimiento administrativo

Martín Alonso

Actualizada:

El Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha confirmado el cierre definitivo de la panadería Miguel Díaz, tras desestimar el último recurso de reposición presentado por su propietaria. Con esta resolución, el Consistorio da por agotada la vía administrativa y mantiene que el negocio, con más de cien años de historia en el barrio de Trianacarece de licencia de apertura y declaración responsable, documentos obligatorios para su funcionamiento.

Según la resolución firmada por la Directora General de Edificación y Actividades, la panadería situada en la calle Viera y Clavijo, número 18, deberá cesar su actividad de forma inmediata. En caso contrario, el Ayuntamiento advierte de que procederá a precintar el local en los próximos días.

Denuncia vecinal

El expediente administrativo se remonta a una denuncia presentada por la comunidad de propietarios del edificio Kühner, que alertó a Urbanismo de las molestias por hollín y cenizas procedentes del horno del establecimiento. Durante la inspección municipal, los técnicos comprobaron que la actividad no contaba con título habilitante alguno, lo que Urbanismo calificó como una infracción de mayor gravedad que las molestias iniciales.

El informe jurídico que respalda la decisión recuerda que la ausencia de licencia municipal convierte la actividad en “clandestina”, conforme a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, y obliga a la Administración a ordenar su cierre. Además, se subraya que el pago de impuestos o la antigüedad del negocio no sustituyen la licencia ni generan derechos adquiridos sobre la actividad.

Impuestos

Durante el proceso de alegaciones, la propietaria presentó recibos municipales de los años 80 y 90 y justificantes del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) con la intención de acreditar la existencia de una licencia. Sin embargo, el Ayuntamiento concluyó que ninguno de esos documentos tenía validez administrativa. También propuso una serie de medidas correctoras para reducir las emisiones del horno, pero Urbanismo las rechazó al no existir un proyecto técnico legalizado que respaldara las actuaciones.

En cuanto a la solicitud de suspensión cautelar del cierre, el Consistorio entiende que los intereses generales prevalecen sobre los particulares, al tratarse de una medida destinada a proteger la seguridad, la salubridad y la convivencia vecinal. Urbanismo considera que acceder a la suspensión “permitiría el ejercicio de una actividad carente de legitimación legal”, lo que vulneraría el principio de igualdad ante la normativa.

El Ayuntamiento cierra la panadería Miguel Díaz, abierta en 1920, por no tener licencia de apertura. / AH
El Ayuntamiento cierra la panadería Miguel Díaz, abierta en 1920, por no tener licencia de apertura. / AH

Con la resolución notificada esta semana, el Ayuntamiento da por finalizado el procedimiento administrativo, quedando solo abierta la vía judicial. La propiedad dispone ahora de dos meses para presentar un recurso contencioso-administrativo ante los tribunales o de un mes para interponer un nuevo recurso de reposición ante el propio Consistorio.

Protección integral

Fundada en 1920, la panadería Miguel Díaz es uno de los establecimientos más antiguos de Triana. Su origen se remonta al abuelo del actual propietario, que abrió el negocio tras ganar un premio de lotería de 100.000 pesetas. Durante décadas, sus hornos fueron parte del paisaje cotidiano del barrio y su historia se entrelaza con la memoria popular de la ciudad. Sin embargo, la falta de regularización administrativa amenaza ahora con poner punto final a más de un siglo de actividad en el corazón histórico de Las Palmas de Gran Canaria.

El establecimiento cuenta con grado de protección integral otorgado por el Cabildo de Gran Canaria por su valor etnográfico. Aunque esta catalogación no es reciente, había pasado inadvertida hasta ahora, pese a que limita cualquier modificación estructural o de uso sobre el inmueble, y entra en contradicción con las normas municipales que prohíben la actividad industrial en zonas residenciales del centro urbano.