Imagen del novillo o polvito uruguayo / EL NOVILLO PRECOZ
Imagen del novillo o polvito uruguayo / EL NOVILLO PRECOZ

Polvito uruguayo: la verdadera historia del postre canario más famoso (y no lleva dulce de leche)

El polvito uruguayo está rodeado de misterio. En internet abundan versiones que incluyen galletas, nata, suspiros de Moya, mantequilla, cacao y leche condensada, pero Alberto asegura que solo los originales saben cuáles son los ingredientes auténticos

luna moya

Hay recetas que viajan con las personas, cruzan mares y se transforman en símbolos de identidad. Entre las mesas de un restaurante en Las Palmas de Gran Canaria surgió un postre que hoy todo el mundo asocia a las Islas, aunque su origen tiene raíces en Uruguay. Una historia de reencuentro, familia y tradición lo convirtió en una de las delicias más pedidas en Canarias.

Hoy aparece en cartas, blogs de cocina y hasta en canales de TikTok, pero pocos saben que nació en un gesto íntimo de cariño entre una madre y su hijo emigrante. Lo que empezó como un detalle familiar pronto se convirtió en leyenda gastronómica.

El nacimiento del Novillo

El creador de este postre fue Alberto De Los Santos, gerente del restaurante El Novillo Precoz en la capital grancanaria, quien recuperó un recuerdo de infancia gracias a su madre, Susana Elisa Lanús. Ella solía sorprenderlo en Uruguay con dulces caseros tras regresar de campamentos, y en una visita a Canarias en 1986 volvió a repetir aquel gesto.

"Cuando mi madre estaba aquí un día le dije 'cuando quieras prepárame un postre como hacías cuando era niño'. Ese día terminé tarde de trabajar y llegué a casa sin almorzar. Mi madre me dijo ‘he preparado esto para ti’ y me comí una bandeja entera", relató De Los Santos. Fue entonces cuando decidió compartir esa creación con sus clientes bajo el nombre de novillo, como aparecía en la carta original.

De secreto familiar a fenómeno

El éxito fue inmediato y, según recuerda el propio Alberto, “mi madre se arrepintió de haberme dicho que sí, porque no salía de la cocina. Nos preparaba dos bandejas al mediodía y dos a la noche”. Ante la avalancha de pedidos, Susana limitó la producción, pero el postre ya había conquistado a todos.

Los ingredientes eran un secreto muy bien guardado. “La gente me preguntaba qué tenía el postre y yo por supuesto no les daba los ingredientes. Simplemente decía que llevaba un polvito blanco, un polvito marrón, una crema especial y nueces”, explicó el gerente. Con el tiempo, las nueces fueron sustituidas por almendras para evitar alergias.

El bautizo del polvito uruguayo

El nombre definitivo surgió de manera espontánea. “Un día un cliente dijo: ‘Bueno, si esto se hace con un polvito blanco y un polvito marrón, y ustedes son uruguayos… ¡esto es un polvito uruguayo!’ Y ahí quedó”, relató De Los Santos. Desde entonces, todo el mundo dejó de pedirlo por su nombre en carta y adoptó el apodo popular que hoy lo define.

Su fama se extendió por toda Canarias y fuera de ella. De hecho, hoy en día en muchas cartas aparece como postre típico canario, lo que en palabras de Alberto “no está desencaminado, porque aunque nació de algo uruguayo, realmente fue inventado aquí en Gran Canaria, con ingredientes de la Isla”.

La receta más buscada

El polvito uruguayo está rodeado de misterio. En internet abundan versiones que incluyen galletas, nata, suspiros de Moya, mantequilla, cacao y leche condensada, pero Alberto asegura que solo los originales saben cuáles son los seis ingredientes auténticos, y aclara un punto clave: “Ninguno de ellos es el dulce de leche”.

Aunque hubo intención de patentarlo, su madre se negó: “Le comentaron que tenía que presentar los ingredientes y la receta. En ese momento dijo un no rotundo, así que no lo registró”. Hoy, Alberto mantiene esa tradición y, cuando alguien insiste en preguntarle, responde entre risas: “No lo sé”.

Un símbolo de la gastronomía canaria

Con más de cuatro décadas de historia, el polvito uruguayo se ha convertido en uno de los postres más emblemáticos de Canarias, ejemplo de cómo la memoria familiar puede transformarse en patrimonio cultural y gastronómico. En cada cucharada se mezclan la nostalgia, el sabor y el amor de una madre que marcó para siempre la dulzura de un restaurante y de toda una isla.