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Imagen antigua del almacén que se usaba como empaquetadora y la ilustración del beach club de Cuna del alma. / CEDIDA-CUNA DEL ALMA

La historia de un almacén a pie de playa: de empaquetar tomates a ser el beach club de Cuna del Alma

El viejo almacén de tomates del Puertito de Adeje, símbolo del pasado agrícola de Tenerife, se convierte hoy en el epicentro de la lucha familiar contra un macroproyecto turístico

A finales del XIX y mediados del siglo XX, la economía de Canarias tenía un producto estrella: el tomate. Especialmente en el sur de la isla de Tenerife, este producto se popularizó para su exportación al Reino Unido. Tras el colapso de la industria de la cochinilla, buena parte de los cultivos del sur y el oeste se dedicaron al tomate, lo que propició una transformación en la economía, la sociedad y la geografía de la isla. 

La industria del tomate se sustentaba principalmente en las manos de las mujeres, que entre la pobreza y la precariedad, trabajaban principalmente en las empaquetadoras de tomate. Es el legado de una de esas empaquetadoras el que está protagonizando la resistencia de la expansión de la industria que hoy impulsa la economía canaria: el turismo

El empaquetado

Se trata del almacén ubicado a pie de playa en El Puertito de Adeje, un edificio con un siglo de historia, que en otro tiempo fue usado como empaquetadora de tomates y plátanos. Una fotografía fechada en 1928 ya recoge la existencia de este lugar, flanqueado por huertas de plataneras, con pocas casas humildes alrededor y con una playa repleta de callaos. 

Entre esa fotografía y lo que hoy en día alguien se puede encontrar en El Puertito tan solo resiste este almacén. No parece ser que vaya a ser por mucho tiempo, ya que este inmueble está incluido en el polémico macrocomplejo turístico Cuna del Alma, que quiere transformar el local en un “beach club”. Pero para que llegue a ser considerado como tal ha habido un proceso urbanístico que ahora se ha llevado a los juzgados

Imagen antigua del almacén que se usaba como empaquetadora. / CEDIDA

Una historia familiar

Pero antes de esta cuestión, hay que hacer otro repaso más actual del inmueble. Cuando la industria agrícola empezó a decaer por la competencia exterior, la empresa empaquetadora cerró. En ella trabajaba Miguel Galindo como chófer y electromecánico. Con el cierre no se fue con las manos vacías, la empresa le regaló parte del inmueble

Durante años Miguel Galindo estuvo usando su parte del almacén como pequeño taller y para varar su barco de pesca. También hacía tenderetes con otros pescadores y familiares. Pero la vida de Miguel no fue dulce, sus dos hijos murieron y sin descendientes a quienes legar el almacén se lo pasó a su hermano, con quien hizo un contrato de compraventa. 

Miguel Galindo siguió usando el almacén hasta su muerte. Entonces, según lo acordado, lo comenzó a usar su hermano, Jesús V. Galindo. Él hizo reformas para poder usar el local a modo de casa durante el verano y los fines de semana. Este se convirtió en el lugar de descanso de la familia, que poco a poco fue viendo cómo el paisaje se iba transformando, en los alrededores se iban alzando hoteles, también de forma ilegal se construían casas de forma ilegal y cada vez había más campistas. 

El punto de inflexión

Un día, a la casa de la familia llamó el Ayuntamiento de Adeje. Así lo explica Juan Francisco Galindo, hijo de Jesús y quien actúa de portavoz de la familia. El contacto fue porque “tenían un proyecto en su programa electoral que consistía en crear un Aula Marina”. La idea del Aula Marina gustó a la familia y aceptaron ceder el local para su puesta en marcha. 

El proyecto del Aula Marina se presentó en 2011. La idea era crear un centro de interpretación del medio marino, enfocado supuestamente en la conservación y la regeneración de especies. Tres años más tarde tiene lugar otro momento fundamental en esta historia. El alcalde de Adeje, José Miguel Fraga (PSOE) presentó el Plan de desarrollo de El Puertito de Adeje

El local de la familia Galindo en el Puertito de Adeje. / CEDIDA

Deterioro

En la documentación que se presentó a los ciudadanos se recogía que “en la actualidad” el Puertito se encontraba “en un estado de deterioro, colonizado por campistas”. “La playa está limitada por una nave empaquetadora en desuso así como por un paseo que no deja apenas espacio para la arena. La modificación plantea abrir la playa al paisaje de las montañas colindantes así como ampliarla visualmente”, recogía el documento. 

La modificación del plan general de ordenación se aprobó en 2014, con críticas desde la oposición (CC) porque los núcleos urbanos que están en El Puertito pasaban a estar en suelo comercial. En 2016 el consistorio firmó un convenio con la Asociación Canaria por un Océano Sostenible con la intención de preservar, potenciar y poner en valor el espacio marino de El Puertito de Adeje a través del Aula Marina. 

Se anunció también que se creaba una Comisión Mixta de Seguimiento del Acuerdo para garantizar el cumplimiento de los objetivos. Entonces no había información de Cuna del alma. La asociación llegó a un acuerdo con la familia y pagó incluso un alquiler por el local, según recoge la denuncia recientemente interpuesta por un colectivo. 

El local de la familia Galindo en el Puertito de Adeje. / CEDIDA

Promesa fallida

El Aula Marina nunca llegó a ser aquello que se había prometido. Para los colectivos, este proyecto fue una “estrategia de blanqueo”, ya que se estuvo anunciando, con convenio firmado durante años, sin llegar a funcionar nunca como se pretendía. 

Así, aquel almacén que una vez fue empaquetadora de tomates, lugar de descanso de la familia Galindo y el sueño de un proyecto marino, se empezó a convertir en la trinchera de una batalla. En 2021, la familia recibió un burofax del Ayuntamiento de Adeje informando del proyecto turístico y con el aviso de que se tenían que unir a la Junta de Compensación

Ilustración del beach club que quiere hacer Cuna del alma. / CUNA DEL ALMA

La resistencia

Como la familia no quería perder el inmueble entró en la Junta de Compensación, pero sin tener los resultados que esperaba. En un primer momento, le ofrecieron unos 12.500 euros, cuantía que para la familia era irrisoria y con el paso de los meses dejaron de asistir a las reuniones, alegando disconformidad con la expropiación. La oferta ya ha llegado hasta los 20.000, pero la familia sigue rechazándola

A varios metros del local, las palas mecánicas siguen la construcción del macroproyecto de 4.000 camas hoteleras. Incluso ya han iniciado la venta de las villas de lujo que conformarán el proyecto. Los promotores del proyecto, en manos belgas, ya han pedido las llaves del local a la familia, pero Juan Francisco Galindo avisa que van a resistir y que judicializarán el caso.