Las quiebras empresariales en el Archipiélago bajaron un 6% en 2022

Se registraron 157 concursos de acreedores en las Islas, 11 de ellos en diciembre

Guardar

Discoteca Fortuni / AH
Discoteca Fortuni / AH

El recién terminado año 2022 se mostró benévolo en materia de siniestralidad mercantil en las Islas Canarias. En el conjunto del ejercicio estallaron 157 suspensiones de pagos, con baja de un 6% respecto a las registradas en 2021. Estas, a su vez, habían representado una ascensión del 50% sobre las 112 insolvencias de 2020.

Los fallidos transcritos corresponden a los expedientes declarados por los juzgados mercantiles. En los casos en que las firmas tenían perspectivas de remontar, los tribunales acordaron el nombramiento de administradores concursales. También menudearon las empresas que se hallaban completamente arruinadas y carecían de activos. En tales circunstancias, los juzgados ni siquiera llegaron a designar peritos concursales. Se limitaron a dar fe del descalabro total, decretaron los concursos y, sin solución de continuidad, los archivaron y declararon extintas las sociedades afectadas.

Los mayores desengaños

Atlántico Hoy publicó en el curso de 2022 todas las insolvencias empresariales acaecidas en las Islas Canarias. A título de resumen, las más consultadas por nuestros lectores fueron las siguientes, en orden cronológico:

En enero, naufragó la sala de fiestas Fortuni, de Las Palmas; en febrero, la central de reservas turísticas Acoran y la inmobiliaria Hermanos Miranda Díaz; en marzo se hundieron el gigante constructor-hotelero Grupo Santana Cazorla, así como la cárnica Wurstquelle; en abril, la constructora Petrecan, filial de Santana Cazorla; en mayo, Inoxgilpe, fabricante de carpintería metálica; y en junio, Galerías Pacheco, titular de dos tiendas textiles.

En pleno verano, pinchó la firma de juegos electrónicos Gaming Experience; en septiembre, la corporación turística Enhancing; en octubre, dos transportistas, Romero Dorta y Trans Camacho; en el penúltimo mes del año se desplomó Equipo Diez de Gestión Inmobiliaria, otra subsidiaria del conglomerado Santana Cazorla; y por último, en diciembre, se fueron a pique el salón de té Tearooms y la promotora de bienes raíces Hermanos San Antonio.