Canarias, frontera sur de Europa y puerta de entrada de miles de personas migrantes, enfrenta un colapso silencioso: el de la protección a la infancia no acompañada. Sin duda, este ha sido uno de los puntos en los que han estado de acuerdo prácticamente todos los grupos del Parlamento regional durante la Comisión de Derechos Sociales, Igualdad, Juventud e Infancia celebrada este 11 de julio
El objeto de la Comisión era dar cuenta del informe de Amnistía Internacional (AI), titulado A día de hoy no tengo nada (hecho público en marzo de 2025), que desgrana con crudeza el impacto de la descoordinación institucional sobre la vida de miles de menores.
Vulneración de sus derechos
Este documento se focaliza en la situación de la infancia migrante que llega a las Islas. En esta nueva investigación, Amnistía Internacional señala las vulneraciones de derechos humanos que se están produciendo en la acogida de los niños y niñas que llegan a las costas canarias.
En noviembre de 2024, la Dirección General de Protección a la Infancia y Familias del Gobierno Canario (en adelante Dirección General de Infancia) dijo a Amnistía Internacional que tenía bajo su tutela a 5.098 niños y 312 niñas. Sin embargo, debido a los fallos señalados en la detección e identificación de menores no acompañados, la cifra de niños y niñas llegados a Canarias "es seguramente mucho mayor", destacó durante su intervención parlamentaria Virginia Álvarez, portavoz de AI.
Descoordinación
La investigación revela, además, un problema estructural: la falta de coordinación entre el Gobierno autonómico, el Gobierno central y la Fiscalía. La consecuencia: trámites bloqueados, documentos que se extravían o que nunca se inician, menores a la deriva sin papeles ni protección efectiva.
Uno de los ejemplos más alarmantes lo proporciona Pierre (nombre ficticio), un joven camerunés que llegó con 17 años y dos meses a las Islas. Dos años después, sigue sin permiso de residencia. "Estoy estudiando cocina, quiero ayudar a mi madre, pero cumplo 18 y no tengo nada. ¿Cómo voy a sobrevivir?", declaró a Amnistía.
Diferentes criterios a nivel autonómico
El caso de este joven ilustra el drama burocrático que gira en torno a los expedientes de regularización que quedan detenidos en una cadena de trámites inconexos y decisiones desiguales, según la provincia canaria en la que se encuentre
La falta de unidad de criterio entre las fiscalías de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, especialmente en la determinación de la edad, fue un hecho señalado reiteradamente en las entrevistas recogidas por Amnistía. En algunas provincias, los informes médicos permiten un margen de edad (horquillas) que protege al menor por defecto. En otras, como Santa Cruz, esto se rechaza, forzando decisiones que pueden expulsar a menores del sistema de protección.
Futuro comprometido
Tal y como señala el informe, los propios responsables institucionales reconocen la gravedad. La Dirección General de Infancia admitió a Amnistía las carencias en la trazabilidad de los menores y la imposibilidad de supervisar adecuadamente a las entidades guardadoras.
Destacan los responsables de Amnistía que lo que está en juego es el presente y el futuro de seres humanos en condición de extrema vulnerabilidad. Por otro lado, advierten que esta descoordinación no es una anomalía temporal sino sistémica.
Vulneraciones
La Ley de Extranjería obliga a otorgar permiso de residencia desde el momento en que el menor entra bajo tutela. Pero el incumplimiento de este mandato por parte de las administraciones, como denuncia Amnistía, deja a muchos en situación irregular justo al llegar a la mayoría de edad.
Una trabajadora social indicó que “en mi experiencia, casi el 50% de los menores se quedan sin documentación por culpa de las demoras en los trámites. Con suerte, para conseguir la documentación a un menor necesitas al menos un año y medio”.
El informe concluye que esta descoordinación "genera una maraña burocrática que aboca a los menores a la exclusión social al alcanzar los 18 años", sintiéndose abandonados. Un abandono que se siente, se sufre y se teme. Como dijo Pierre, con voz quebrada: "Tengo miedo de que esto me pase a mí también".